Propuesta e Inseguridad.

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—Puedes hacer una cosa.

—¿Qué?

—Cásate conmigo —susurra.

¿Qué? ¿Realmente acaba de...?

Mi mundo se detiene por segunda vez en menos de media hora.

Dios mío. Me quedo mirando estupefacta a esta mujer profundamente herida a la que amo. No puedo creer lo que acaba de decir.

¿Matrimonio? ¿Me ha propuesto matrimonio? ¿Está de broma? No puedo evitarlo: una risita tonta, nerviosa, de incredulidad, brota desde lo más profundo de mi ser. Me muerdo el labio para evitar que se convierta en una estruendosa carcajada histérica, pero fracaso estrepitosamente. Me tumbo de espaldas en el suelo y me rindo a ese incontrolable ataque de risa, riéndome como si no me hubiera reído nunca, con unas carcajadas tremendas, curativas, catárticas.

Y durante un momento estoy completamente sola, observando desde lo alto esta situación absurda: una chica presa de un ataque de risa junto a una chica guapísima con problemas emocionales. Y cuando mi risa me hace derramar lágrimas abrasadoras, me tapo los ojos con el brazo. No, no... esto es demasiado.

Cuando la histeria remite, Lauren me aparta el brazo de la cara con delicadeza. Yo levanto la vista y la miro.

Ella se inclina sobre mí. En su boca se dibuja la ironía, pero sus ojos verdes arden, quizá dolidos. Oh, no.

Usando los nudillos, me seca cuidadosamente una lágrima perdida.

—¿Mi proposición le hace gracia, señorita Cabello?

¡Oh, Cincuenta! Alargo la mano y le acaricio la mejilla con cariño, deleitándome en el tacto de sus mejillas suaves bajo mis dedos. Dios, amo a esta mujer.

—Señora Jáuregui... Lauren. Tu sentido de la oportunidad es sin duda...

Cuando me fallan las palabras, la miro.

Ella sonríe, pero las arrugas en torno a sus ojos revelan su consternación. La situación se torna grave.

—Eso me ha dolido en el alma, Camz. ¿Te casarás conmigo?

Me siento, apoyo las manos en sus rodillas y me inclino sobre ella. Miro fijamente su adorable rostro.

—Lauren, me he encontrado a la loca de tu ex con una pistola, me han echado de mi propio apartamento, me ha caído encima la bomba Cincuenta...

Ella abre la boca para hablar, pero yo levanto una mano. Y, obedientemente, la cierra.

—Acabas de revelarme una información sobre ti mismo que, francamente, resulta bastante impactante, y ahora me has pedido que me case contigo.

Ella mueve la cabeza a un lado y a otro, como si analizara los hechos. Parece divertida. Gracias a Dios.

—Sí, creo que es un resumen bastante adecuado de la situación —dice con sequedad.

—¿Y qué pasó con lo de aplazar la gratificación?

—Lo he superado, y ahora soy una firme defensora de la gratificación inmediata. Carpe diem, Camz—susurra.

—Mira, Lauren, hace muy poco que te conozco, que nos conocemos, entiendes y necesito saber mucho más de ti. He bebido  demasiado, estoy hambrienta y cansada y quiero irme a la cama. Tengo que considerar tu proposición, del mismo modo que consideré el contrato que me ofreciste. Y además —aprieto los labios para expresar contrariedad, pero también para aligerar la tensión en el ambiente—, no ha sido la propuesta más romántica del mundo.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora