Tu me Quieres?

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—Señora Morgan, deje de morderse el labio —susurra.

Bebo un sorbo de armañac, ruborizada. Es delicioso y se desliza por mi garganta dejando una sedosa y caliente estela. Cuando levanto la vista, Lauren está bebiendo un sorbo de brandy y mirándome con sus ojos verdes ansiosos, hambrientos.

—Nunca dejas de sorprenderme, Camila. Después de un día como el de hoy... o más bien ayer, no lloriqueas ni sales corriendo despavorida. Me tienes alucinada. Eres realmente fuerte.

—Tú eres el motivo fundamental de que me quede —murmuro—. Ya te lo dije, Lauren, no me importa lo que hayas hecho, no pienso irme a ninguna parte. Ya sabes lo que siento por ti.

Tuerce la boca como si dudara de mis palabras, y arquea una ceja como si le doliera oír lo que estoy diciendo. Oh, Lauren, ¿qué tengo que hacer para que te des cuenta de lo que siento?

Dejar que te pegue, dice maliciosamente mi subconsciente. Y yo le frunzo el ceño.

—¿Dónde vas a colgar los retratos que me hizo Shawn? —digo para intentar que mejore su ánimo.

—Eso depende.

Relaja el gesto. Es obvio que este tema de conversación le apetece mucho más.

—¿De qué?

—De las circunstancias —dice con aire de misterio—. Su exposición sigue abierta, así que no tengo que decidirlo todavía.

Ladeo la cabeza y entorno los ojos.

—Puede poner la cara que quiera, señorita Cabello. No diré nada —bromea.

—Puedo torturarte para sacarte la verdad.

Levanta una ceja.

—Francamente, Camila, creo que no deberías hacer promesas que no puedas cumplir.

Oh, ¿eso es lo que piensa? Dejo mi copa en la repisa de la chimenea, alargo el brazo y, ante la sorpresa de Lauren, cojo la suya y la pongo junto a la mía.

—Eso habrá que verlo —murmuro.

Y con total osadía —espoleada sin duda por el brandy—, la tomo de la mano y la llevo al dormitorio. Me detengo a los pies de la cama. Lauren intenta que no se le escape la risa.

—¿Qué vas a hacer conmigo ahora que me tienes aquí, Camila? —susurra en tono burlón.

—Lo primero, desnudarte. Quiero terminar lo que empecé antes.

Apoyo las manos en las solapas de su chaqueta, con cuidado de no tocarla, y ella no pestañea pero contiene la respiración.

Le retiro la chaqueta de los hombros con delicadeza, y ella sigue observándome. De sus ojos, cada vez más abiertos y ardientes, ha desaparecido cualquier rastro de humor, y me miran... ¿cautos...? Su mirada tiene tantas interpretaciones. ¿Qué está pensando? Dejo su chaqueta en la otomana.

—Ahora la camiseta y desde luego el sujetador—murmuro.

La cojo por el bajo y la levanto. Ella me ayuda, alzando los brazos y retrocediendo, para que me sea más fácil quitársela. Una vez que lo he conseguido saco su sujetador y queda expuesta para mi, baja los ojos y me mira atenta. Ahora solo lleva esos provocadores vaqueros que le sientan tan bien. Se ve la franja del boxer.

Mis ojos ascienden ávidos por su abdomen bien trabajado, debería ser ilegal este escultural cuerpo, oh  Camila concéntrate estas en un juego torturador que debes ganar... Solo pienso en recorrer con la lengua sus pecho para disfrutar de su sabor, es difícil mantener la concentración joder.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora