—Tengo que dejar la chaqueta —murmura.
—Tírala —susurro junto a sus labios.
—No puedo.
Me echo hacia atrás ligeramente y le}a miro, desconcertada.
Me sonríe.
—Por esto.
Del bolsillo interior de la americana saca el paquetito que le di con mi regalo. Deja la chaqueta sobre el respaldo del sofá y pone la cajita encima.
Disfruta del momento, Mila, me incita mi subconsciente. Bueno, ya son más de las doce de la noche, de modo que técnicamente ya es su cumpleaños.
—Ábrelo —susurro, y mi corazón empieza a latir con fuerza.
—Confiaba en que me lo pidieras —murmura—. Me estaba volviendo loca.
Le sonrío con aire travieso. Me siento aturdida. Ella me dedica su sonrisa tímida y me derrito por dentro, pese al retumbar de mi corazón, disfrutando con su expresión entre intrigada y divertida. Con dedos hábiles, quita el envoltorio y abre la cajita. Arquea una ceja, y saca un llaverito de plástico con una imagen a base de minúsculos píxeles que aparece y desaparece como una pantalla LED. Representa el perfil de la ciudad, con la palabra SEATTLE escrita en grandes letras en medio del paisaje.
Se lo queda mirando un momento y luego me mira a mí, perpleja, y una arruga surca su adorable frente.
—Dale la vuelta —murmuro, y contengo la respiración.
Lo hace. Abre la boca sin dar crédito, y clava sus enormes ojos verdes en los míos, maravillada y feliz.
En el llavero aparece y desaparece intermitente la palabra SÍ.
—Feliz cumpleaños —musito.
—¿Te casarás conmigo? —susurra, incrédula.
Yo asiento, nerviosa, ruborizada y ansiosa, y sin creer apenas su reacción... la de esta mujer a la que creí que había perdido. ¿Cómo puede no entender cuánto la quiero?
—Dilo —me ordena en voz baja, con una mirada intensa y ardiente.
—Sí, me casaré contigo.
Inspira profundamente y de repente me coge en volandas y empieza a darme vueltas alrededor del salón de un modo muy impropio de Cincuenta. Se ríe, joven y despreocupada, radiante de una alegría eufórica. Yo me aferro a sus brazos, sintiendo cómo sus músculos se tensan bajo mis dedos, y me dejo llevar por su contagiosa risa, aturdida, confundida, una muchacha total y perdidamente enamorada de su mujer. Me deja en el suelo y me besa. Intensamente, con las manos a ambos lados de mi cara, y su lengua insistente, persuasiva... excitante.
—Oh, Camz—musita pegado a mis labios, y eso me enciende y hace que todo me dé vueltas.
Ella me quiere, de eso no tengo la menor duda, y disfruto del sabor de esta mujer deliciosa, esta mujer a la que creí que nunca volvería a ver. Su felicidad es evidente —le brillan los ojos, sonríe como una muchacha—, y el alivio que siente es casi palpable.
—Pensé que te había perdido —murmuro, todavía abrumada y sin aliento por ese beso.
—Cariño, hará falta algo más que un 135 averiado para alejarme de ti.
—¿135?
—El Charlie Tango. Es un Eurocopter EC135, el más seguro de su gama.
Una emoción sombría cruza fugazmente por su rostro, distrayendo mi atención. ¿Qué me oculta? Antes de que pueda preguntárselo, se queda muy quieta y baja los ojos hacia mí con el ceño fruncido, y por un segundo creo que va a contármelo. Observo sus ojos verdes, pensativos.
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Atormentada por las sombras II - Camren
FanficContinuación de una de las historias mas intensas que he leído, fuera de lo sexual.