Hardware húmedo!

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Estamos en la parte de atrás del Audi, con Morgan al volante. Me dejará en el trabajo, y después a Lauren. Ben va en el asiento del copiloto.

—¿No dijiste que el hermano de tu compañera de piso llegaba hoy ? — pregunta Lauren como sin darle importancia, sin que ni su voz ni su rostro expresen nada.

—¡Oh, Seth! —exclamo—. Me había olvidado. Oh, Lauren, gracias por recordádmelo. Tendré que volver al apartamento.

Le cambia la cara.

—¿A qué hora?

—No sé exactamente a qué hora llegará.

—No quiero que vayas sola a ningún sitio —dice tajante.

—Ya lo sé —musito, y reprimo la tentación de mirar con los ojos en blanco a la señora Exagerada— ¿Ben estará espiando... esto... vigilando hoy ?

Miro de reojo y con timidez a Ben, y compruebo que tiene la parte de atrás de las orejas teñida de rojo.

—Sí —replica Lauren con una mirada glacial.

—Sería más fácil si fuera conduciendo el Saab —mascullo en tono arisco.

—Ben tendrá un coche y podrá llevarte al apartamento, a la hora que sea.

—De acuerdo. Supongo que Seth se pondrá en contacto conmigo durante el día. Ya te haré saber los planes entonces.

Se me queda mirando, sin decir nada. Ah, ¿en qué estará pensando?

—Vale —acepta—. A ningún sitio sola, ¿entendido? —dice, haciendo un gesto de advertencia con el dedo.

—Sí, cariño —musito.

Aparece un amago de sonrisa en su cara.

—Y quizá deberías usar solo tu BlackBerry... te mandaré los correos ahí. Eso debería evitar que el informático de mi empresa pase una mañana demasiado entretenida, ¿de acuerdo? —dice en tono sardónico.

—Sí, Lauren.

No lo puedo evitar. La miro con los ojos en blanco, y ella me sonríe maliciosamente.

—Vaya, señorita Cabello, me parece que se me está calentando la mano.

—Ah, señora Jáuregui, usted siempre tiene la mano caliente. ¿Qué vamos a hacer con eso?

Se ríe, pero entonces se ve interrumpido por su BlackBerry, que debe de estar en silencio, porque no suena. Al ver el identificador de llamada, Lauren frunce el ceño.

—¿Qué pasa? —espeta al teléfono, y luego escucha con atención.

Yo aprovecho la oportunidad para observar sus adorables facciones: su nariz recta, el cabello ligeramente despeinado que le cae sobre los hombros. Su expresión cambia de incrédula a divertida, haciendo que deje de comérmela subrepticiamente con los ojos y preste atención.

—Estás de broma... Vaya... ¿Cuándo te dijo eso? —Lauren se carcajea, casi sin ganas—. No, no te preocupes. Tú no tienes por qué disculparte. Estoy encantada de que haya una explicación lógica. Me parecía una cantidad de dinero ridículamente pequeña... No tengo la menor duda de que tienes en mente un plan creativo y diabólico para vengarte. Pobre Gael. —Sonríe—. Bien... Adiós.

Cierra el teléfono de golpe y, aunque de pronto su mirada parece cautelosa, curiosamente también se le ve aliviada.

—¿Quién era? —pregunto.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora