Patrick II

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Cuando vuelvo, me pone mala cara.

—¿Te parece bien que salga a comer ahora? —le pregunto cautelosa.

Él levanta la vista y me mira aún más malhumorado.

—Si no hay más remedio... —me suelta—. Cuarenta y cinco minutos. Para recuperar el tiempo que has perdido esta mañana.

—Patrick, ¿puedo preguntarte una cosa?

—¿Qué?

—Hoy pareces muy disgustado. ¿He hecho algo que te haya molestado? Se me queda mirando.

—Ahora mismo no estoy de humor para hacer una lista de tus fallos. Tengo trabajo.

Devuelve la mirada a la pantalla de su ordenador, echándome claramente.

Por Dios... ¿Qué he hecho?

Me doy la vuelta y salgo de su despacho, y por un momento creo que voy a llorar. ¿Por qué de repente siente tanta aversión hacia mí? Me viene a la mente una idea muy desagradable, pero la ignoro. Ahora mismo no necesito pensar en sus tonterías... bastante tengo con lo mío.

Salgo del edificio en dirección al Starbucks más cercano, pido un café con leche y me siento junto a la ventana. Saco el iPod del bolso y me pongo los auriculares. Escojo una canción al azar y pulso el botón de repetir para que suene una y otra vez. Necesito música para pensar.

Dejo vagar mi mente. Lauren la sádica. Lauren la sumisa. Lauren la intocable. Los impulsos edípicos de Lauren. Lauren bañando a Alexa. Esta última imagen me atormenta, y gimo y cierro los ojos.

¿Realmente puedo casarme con esta mujer? Eso implica aceptar muchas cosas. Ella es compleja y difícil, pero en mi fuero interno sé que no quiero dejarla, a pesar de todos sus conflictos. Nunca podría dejarla. La amo. Sería como cortarme un brazo.

Nunca me había sentido tan viva, tan vital como ahora mismo. Desde que la conocí he descubierto todo tipo de sentimientos profundos y desconcertantes, y experiencias nuevas. Con Cincuenta nunca hay momentos de aburrimiento.

Recuerdo mi vida antes de Lauren, y es como si todo fuera en blanco y negro, como los retratos de Shawn. Ahora mi vida entera es en colores saturados, ricos y brillantes. Estoy planeando sobre un rayo de luz deslumbrante, la luz deslumbrante de Lauren. Sigo siendo Ícaro, volando demasiado cerca de mi sol. Suelto un resoplido interno. Volar con Lauren... ¿quién puede resistirse a una mujer que puede volar?

¿Puedo abandonarla? ¿Quiero abandonarla? Es como si ella hubiera pulsado un interruptor que me iluminara por dentro. Conocerla ha sido todo un proceso de aprendizaje. He descubierto más sobre mí misma en las últimas semanas que en toda mi vida anterior. He aprendido sobre mi cuerpo, mis límites infranqueables, mi tolerancia, mi paciencia, mi compasión y mi capacidad para amar.

Y entonces la idea me impacta con la fuerza de un rayo. Esto es lo que ella necesita de mí, a lo que tiene derecho: al amor incondicional. Nunca lo recibió de la puta adicta al crack... eso es lo que ella necesita. ¿Puedo amarla incondicionalmente? ¿Puedo aceptarla tal como es, a pesar de todo lo que me contó anoche?

Sé que es una mujer herida, pero no creo que sea irredimible. Suspiro al recordar las palabras de Morgan: « Es una buena mujer, señorita Cabello» .

Yo he sido testigo de la contundente evidencia de su bondad: sus obras de beneficencia, su ética empresarial, su generosidad... y, sin embargo, ella no es capaz de verla en sí mismo. No se cree en absoluto merecedora de amor. Conocer su historia y sus predilecciones me ha permitido atisbar el origen de su odio hacia sí mismo... por eso no ha dejado que nadie se le acercara. ¿Seré capaz de superar esto?

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora