Apuesta

54 2 0
                                    


Lauren sonríe, sorprendida.

—Vale. ¿Has jugado alguna vez?

—Un par de veces —miento, y ella entorna los ojos y ladea la cabeza.

—Eres una mentirosa sin remedio, Camila. Ni has jugado nunca ni...

—¿Te da miedo competir? —pregunto, pasándome la lengua por los labios.

—¿Miedo de una cría como tú? —se burla Lauren con buen humor.

—Una apuesta, señora Jáuregui.

—¿Tan segura está, señorita Cabello? —Sonríe divertida e incrédula al mismo tiempo—. ¿Qué le gustaría apostar?

—Si gano yo, vuelves a llevarme al cuarto de juegos.

Se me queda mirando, como si no acabara de entender lo que he dicho.

—¿Y si gano yo? —pregunta, una vez recuperada de su estupefacción.

—Entonces, escoges tú.

Tuerce el gesto mientras medita la respuesta.

—Vale, de acuerdo. ¿A qué quieres jugar: billar americano, inglés o a tres bandas?

—Americano, por favor. Los otros no los conozco.

De un armario situado bajo una de las estanterías, Lauren saca un estuche de piel alargado. En el interior forrado en terciopelo están las bolas de billar. Con rapidez y eficiencia, coloca las bolas sobre el tapete. Creo que nunca he jugado en una mesa tan grande. Lauren me da un taco y un poco de tiza.

—¿Quieres sacar?

Finge cortesía. Está disfrutando: cree que va a ganar.

—Vale.

Froto la punta del taco con la tiza, y soplo para eliminar la sobrante. Miro a Lauren a través de las pestañas y su semblante se ensombrece.

Me coloco en línea con la bola blanca y, con un toque rápido y limpio, impacto en el centro del triángulo con tanta fuerza que una bola listada sale rodando y cae en la tornera superior derecha. El resto de las bolas han quedado diseminadas.

—Escojo las listadas —digo con ingenuidad y sonrío a Lauren con timidez.

Ella asiente divertida.

—Adelante —dice educadamente.

Consigo que entren en las troneras otras tres bolas en rápida sucesión. Estoy dando saltos de alegría por dentro. En este momento siento una gratitud enorme hacia Shawn por haberme enseñado a jugar a billar, y a jugar tan bien. Lauren observa impasible, sin expresar nada, pero parece que ya no se divierte tanto. Fallo la bola listada verde por un pelo.

—¿Sabes, Camila?, podría estar todo el día viendo cómo te inclinas y te estiras sobre esta mesa de billar —dice con pícara galantería.

Me ruborizo. Gracias a Dios que llevo vaqueros. Ella sonríe satisfecha. Intenta despistarme del juego, la muy cabrona. Se quita el jersey beis, lo tira sobre el respaldo de una silla, me mira sonriente y se dispone a hacer la primera tirada.

Se inclina sobre la mesa. Se me seca la boca. Oh, ahora sé a qué se refería. Lauren, con vaqueros ajustados y una camiseta blanca, inclinándose así... es algo digno de ver. Casi pierdo el hilo de mis pensamientos. Mete cuatro bolas rápidamente, y luego falla al intentar introducir la blanca.

—Un error de principiante, señora Jáuregui —me burlo.

Sonríe con suficiencia.

—Ah, señorita Cabello, yo no soy más que una pobre mortal. Su turno, creo — dice, señalando la mesa.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora