Dinah Jane Hansen

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—¿Lista para enfrentarte a mi familia?

Lauren para el motor del R8. Hemos aparcado en el camino de entrada a la casa de sus padres.

—Sí. ¿Vas a decírselo?

—Por supuesto. Tengo muchas ganas de ver cómo reaccionan.

Me sonríe maliciosamente y sale del coche.

Son las siete y media, y aunque el día ha sido cálido, sopla una fresca brisa vespertina procedente de la bahía. Me envuelvo con el chal y bajo del coche. Llevo un vestido de cóctel verde esmeralda que encontré esta mañana cuando rebuscaba en el armario. Tiene un cinturón ancho a juego. Lauren me da la mano, y vamos hacia la puerta principal. Mike la abre de par en par antes de que llamemos.

—Hola, Lauren. Feliz cumpleaños, hija.

Coge la mano que Lauren le ofrece, pero tira de ella y le sorprende con un breve abrazo.

—Esto... gracias, papá.

—Mila, estoy encantado de volver a verte.

Me abraza también, y entramos en la casa detrás de él.

Antes de poner los pies en el salón, vemos a Dinah que viene hacia nosotros con paso enérgico por el pasillo. Parece indignada.

¡Oh, no!

—¡Ustedes dos! Quiero hablar con ustedes ahora mismo —nos suelta, con su tono de « Más les vale no engañarme» .

Nerviosa, miro de reojo a Lauren. Ella se encoge de hombros, decide seguirle la corriente y entramos detrás de ella en el comedor, dejando a Mike perplejo en el umbral del salón. Ella cierra la puerta de golpe y se vuelve hacia mí.

—¿Qué coño es esto? —masculla, agitando una hoja de papel frente a mí.

Completamente desconcertada, la cojo y le echo un rápido vistazo. Se me seca la boca. Oh, Dios. Es mi e-mail de respuesta a Lauren sobre el tema del contrato.

Me quedo totalmente pálida, se me hiela la sangre y el miedo invade mi cuerpo. De forma instintiva me coloco entre ella y Lauren.

—¿Qué es eso? —murmura Lauren, con recelo.

Yo la ignoro. No puedo creer que Dinah esté haciendo esto.

—¡Dinah! Esto no tiene nada que ver contigo.

La fulmino con una mirada ponzoñosa, la ira ha reemplazado al miedo. ¿Cómo se atreve a hacer esto? Ahora no, hoy no. En el cumpleaños de Lauren, no. Sorprendida ante mi respuesta, ella abre de par en par sus ojos castaños y parpadea.

—¿Qué es eso, Camz? —dice Lauren otra vez, ahora en un tono más amenazador.

—¿Podrías marcharte, Lauren, por favor? —le pido.

—No. Enséñamelo.

Extiende la mano, y sé que no es momento de discutirle; habla con dureza y frialdad. Le entrego el e-mail de mala gana.

—¿Qué te ha hecho ella? —pregunta Dinah, sin hacer caso de Lauren, y parece muy preocupada.

En mi mente aparece una sucesión de multitud de imágenes eróticas, y me ruborizo.

—Eso no es asunto tuyo, Dinah.

No puedo evitar el tono de exasperación que tiene mi voz.

—¿De dónde sacaste esto? —pregunta Lauren con la cabeza ladeada e inexpresiva, pero en un tono bajo muy... amenazador.

Atormentada por las sombras II - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora