Roma, Palacio del Emperador, 31 de marzo del año 23 a.C.
Cuando Selene despertó esa mañana, nunca imaginó todo lo que vendría después. Pensó que ya había sufrido demasiado al ver a su hogar destruido, a sus padres muertos y ser arrastrada al mismo imperio que le quitó todo; luego vino la muerte de su pequeño hermano y después de tantos años, todo estaba impune. Así que sí, Selene creía que ya había sufrido bastantes maltratos y humillaciones; pero el destino se empecinaba en decirle que no, que todavía le faltaba bastante.
Encontrarse con cualquiera de la familia imperial que no sea Marcela, Octavia o Tiberio, siempre era un suplicio. No había ninguna excepción a parte de los tres anteriores, todos parecían odiar o tener algo en contra de ella, de la misma forma que a ella le producían rechazo. Sin embargo, había algunos que estaban un poco más arriba en la lista de prioridades bajo el rótulo de "desagradables".
—Egipcia —dijo Julia, y a pesar de que la hija del Emperador lo utilizaba como insulto, para Selene era todo lo contrario.
—Señora —respondió ella a cambio.
Solo era otra forma de irritarla porque a pesar de toda su situación y ser considerada solo una esclava en este lugar, Selene no se iba a dejar humillar, ella era una princesa después de todo. Y había recibido una muy buena educación solo por formar parte de la realeza, con solo mencionar que ya sabía hablar varios idiomas a los diez años porque su madre lo consideraba necesario, así se ganaban grandes aliados y se evitaba cualquier engaño. La estaban formando para gobernar, junto a su hermano y todo eso se quedó en ella a pesar de que se había interrumpido cuando el Emperador Augusto decidió llevarlos a Roma.
Así que Selene utilizaba toda su educación elitista para enojar a Julia, ya que era la única forma que tenía para devolverle todos sus agravios. Porque no había otra cosa que enojara más a Julia que los buenos modales de Selene, esa soberbia y educación que conservaba a pesar de que todos le recordaban que era una simple esclava en esa casa, a pesar de haber sido adoptada por Octavia y que solo por ella, seguía viva. Ya que a pesar de todo y de que era la hija del Emperador, Julia solo había sido educada para ser una noble romana respetada, la buena conducta personificada y la mujer perfecta para el hogar, pero solo eso. Selene había sido educada para gobernar y no dejarse pisotear por nadie.
—¿Paseando por el palacio antes de que lo tengas que abandonar después de casarte? —contestó de buen humor sin alterarse por el intento de provocación de la egipcia.
A Selene esto le pareció un poco extraño, Julia parecía muy feliz de hablar con ella cuando siempre había sido todo lo contrario. Ahí estaba otra vez el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir, que algo se estaba gestando bajo sus narices y ella no se estaba dando cuenta. No le gustaba.
—Aún no hay fecha —dijo Selene, intentando permanecer serena ante la mención del casamiento sabiendo muy bien que pronto todos sabrían que Juba lo cancelaría—. Solo estaba volviendo a mi habitación a descansar después de haber presenciado tan divertidos Juegos, por cierto, felicite a su marido por tan exitosa organización —agregó a último momento.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Ficción históricaCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...