Roma, capital del Imperio Romano. Burdel "Granadensis", 7 de abril del año 24 a.C.
Cepilló su rubio cabello, mientras se miraba en el espejo. Se veía hermosa y lo sabía, así que lo utilizaba a su favor.
Podía ver el rostro divertido de Tais a través del espejo.
—¿Qué te resulta tan gracioso? —interrogó entre molesta y curiosa.
Tais soltó una pequeña carcajada, se levantó de la cama donde había estado acostada y se acercó a su compañera.
—Tu tonta idea de que te casarás —dijo mientras tomaba el cepillo con sus manos y comenzaba a peinar ella misma a su compañera.
Tais era lo opuesto a Attis, donde la segunda era rubia, la primera tenía cabellos negros como la noche. Mientras Attis tenía ojos verdes, los de Tais eran como la tierra recién mojada después de una lluvia. Tais era descarada y no tenía pretensiones muy altas, solo conseguir la mayor comodidad de entre todo lo que le ofrecían; por el contrario, Attis era delicada y tenía un aire angelical, pero no se conformaría con poco, siempre aspiraría a más y si se lo negaban, lucharía con más fuerzas para obtenerlo.
Attis frunció el ceño y miró mal a su amiga.
—No es tonto, cuando Alejandro regrese nos casaremos y dejaré esta vida y seré una gran señora —respondió con arrogancia.
Tais resopló ante la estupidez que estaba escuchando. Ella sabía que Attis nunca conseguiría eso, ella nunca se casaría y sería una dama de sociedad. Era ridículo pensarlo. Era bonita, mucho más que el promedio con sus cabellos rubios y sus ojos verdes, pero era una prostituta y eso resumía todo.
Y tal vez, sí lograba casarse, pero nunca lo haría con un hombre como Alejandro. Un hombre guapo, joven y perteneciente a la alta sociedad. Podía ser considerado por muchos como un esclavo e hijo de un traidor, pero Alejandro seguía siendo de sangre noble. Sin omitir que ahora ya no era un príncipe pero era el hijo adoptivo de Octavia y sobrino del Emperador Augusto. Seguía perteneciendo a la alta sociedad después de todo. Era alguien inalcanzable para una mujer como Attis.
—Escúchame niña, Alejandro no ha contestado ninguna de tus cartas, ¿por qué crees que se casaría contigo? —intentó hacerla entrar en razón, lo mejor sería es que dejase esa tonta idea.
Attis se apartó y se puso de pie para enfrentarla.
—Alejandro me ama —comenzó con seguridad —. No contesta mis cartas porque no debe tener tiempo, estará entrenando y se convertirá en un gran general —terminó con petulancia.
Tais negó con la cabeza ante la ingenuidad de la chica más joven.
—Escribes cartas y más cartas, pero ni siquiera sabes dónde está realmente. Y te recuerdo algo importante, los legionarios suelen tener prohibido casarse, recién cuando cumplen con sus veinte años de servicio pueden formar una familia. ¿Estás dispuesta a esperarlo? O mejor dicho, ¿él te esperará? —inquirió de forma irónica.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Historical FictionCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...