Ciudad de Capua, capital de la región de Campania, 03 de julio del año 20 a.C.
Había caído la noche y los sorprendió en la ciudad de Capua, por más que tuvieran una guardia no era seguro continuar. Apenas habían recorrido la mitad del camino, todavía les llevaría un día más llegar al Puerto de Bríndisi y de ahí, subir a una embarcación hasta Numidia. Por lo tanto, el viaje era aún demasiado largo y no valía la pena continuar de noche debido a la inseguridad, así que decidieron detenerse y buscar un lugar para descansar.
Selene suspiró de alivio cuando finalmente pudo descender del carro, estaba cansada de estar sentada y sus piernas se encontraban un poco entumecidas de no haberlas movido por mucho tiempo. Así que cuando pisó el suelo, sonrió.
—Señora, su habitación ya está lista en la mansio —dijo Baldo interrumpiendo su tranquilidad—, su sirviente más leal y cercano estará en el mismo lugar. Sin embargo, la servidumbre restante pasará la noche en la tabernae —finalizó.
Ella observó a quien era la mano derecha de Juba, su consejero personal y más fiel, quien siempre daba su opinión sin temor y el más cercano al rey. Selene sabía perfectamente que no era del agrado del hombre, podía notarlo y por ahora la tenía sin cuidado, pero internamente sabía que debía mantenerse alerta y no descuidarlo. Baldo tenía el cargo más importante de todo el reino después de Juba y ella podía ser la nueva reina, pero sabía que tenía un camino muy difícil por delante si decidía inmiscuirse en los manejos políticos, ya que el primero en alzar la voz sería a quien tenía delante.
—Gracias —respondió, no iniciaría una guerra con este hombre, aún; así que se mantendría amable—, pero quisiera saber por qué nuestros sirvientes están en hospedajes distintos entre sí. ¿No sería mejor permanecer todos unidos?
Las mansio eran un establecimiento oficial, es decir, que era el propio Imperio quien las mantenía y servía para hospedarse para todos aquellos viajeros de la clase más alta, como funcionarios o patricios con alto poder adquisitivo, que circulaban por la vía y necesitaban descansar. Por lo tanto, tenían muchas habitaciones, la mejor atención, comedores e incluso baños termales. En cambio, las tabernae, no eran para las clases sociales más bajas porque eso eran las cauponae*, pero claramente no tenían demasiados lujos. Eran paradas para pasar la noche y descansar, y luego, se podía ingerir algo de comida antes de continuar el viaje, pero hasta ahí nomás.
—Ellos son sirvientes y nosotros no, merecemos tratos diferentes —respondió él con total calma.
Selene estaba a punto de responderle, solo para hacerlo enojar, pero en ese preciso momento apareció su esposo.
—¿Qué sucede? —interrogó sospechoso, notaba que el ambiente entre los dos no estaba muy animado.
—Su esposa quería saber por qué nosotros dormiremos en la mansio y los esclavos en las tabernae —respondió antes de que Selene pudiera hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Ficção HistóricaCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...