51: Hogar, dulce hogar

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Ciudad portuaria de Rusicade, al norte del Reino de Numidia, 14 de julio del año 20 a.C.


Otra vez en los carros, esto se está volviendo demasiado agotador, solo quiere llegar de una vez y poder descansar en algo mucho más cómodo, como realmente se merece después de demasiados días en el mar.

—¿Se encuentra bien, mi señora? —interroga Yanira, quien está a su lado una vez más durante el viaje.

—Sí, solo pensando —responde.

—¿Hay algo que podamos hacer por usted? —pregunta, pero esta vez es Nuru.

Selene había logrado que Nuru deje de viajar con los demás sirvientes y pase a estar junto a ella, como su otra sirviente más fiel; Juba solo había asentido, pero a Baldo no parecía gustarle ni un poco. Eso le divertía, si ponía amargar un poco a ese hombre, lo haría siempre.

—Tal vez... —susurra pensativa.

El esclavo que le mintió surca sus pensamientos, el hombre le aseguró que pertenecía a la comitiva de Juba, pero Baldo no parecía reconocerlo y la acusó a ella de no controlar a sus sirvientes. Así que definitivamente, no estaba con ninguno de los dos, pero entonces, ¿a quién le respondía? Solo podía pensar en que Augusto lo había infiltrado, pero eso parecía algo muy sutil para el hombre más importante del imperio, quien podía destruirlos con solo unas palabras. Pero entonces, ¿quién? Y otro nombre se le vino a la cabeza: Julia. Ella sí sería capaz de hacer algo así y hasta casi tendría su sello.

—Solo dígalo y haré todo lo que esté a mi alcance para cumplir su orden —pronunció Nuru muy segura de sí misma.

Selene sonrió, descubriría para quién estaba trabajando ese sirviente.


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Roma, Palacio del Emperador, 15 de julio del año 20 a.C.


—La emperatriz Livia no parece quererte mucho —menciona Vipsania a su padre.

Ambos están sentados en la pequeña oficina del hombre mayor, separados por un pequeño escritorio, mientras él revisa todos los papeles concernientes al Imperio y los que el Emperador debe ver con mayor urgencia, los está clasificando. Pero a pesar de estar ocupado, le dedica tiempo a su hija mayor, siempre fue así y eso no cambiará. Han sido muy unidos desde que ella nació, pero cuando su madre murió, su padre había temido que se sintiese sola, así que nunca se despegó de ella y a pesar de todo, siempre buscaba la manera de pasar aunque sea unos minutos del día con su primogénita.

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