54: Mentiras, verdades y engaños

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Cirta, capital del Reino de Numidia. Palacio del Rey, 23 de septiembre del año 20 a.C.


La matrona era una mujer que rondaba las cinco décadas, robusta y muy discreta. Estaba casada con el médico del palacio real desde hace ya casi cuatro décadas, todos la conocían y valoraban sus conocimientos, ya que siempre acompañaba a su marido cuando trabajaba. Cuando fueron pasando los años, se fue especializando como matrona y en toda la capital del reino era la más solicitada cuando se trataba de un embarazo o un parto; no había niño de la nobleza numidia que no haya nacido bajo sus manos.

Juba la observó salir de la habitación de su esposa, ya que cuando logró comprender lo que ella le estaba diciendo, el Rey no perdió el tiempo y llamó a la matrona para asegurarse de que estaba diciendo la verdad y no le mentía. Él esperó afuera, muy pegado a la puerta, hasta que la mujer experimentada salió y cerró la puerta con calma.

—¿Pudo revisarla? —interrogó ansioso—. ¿Está esperando un niño o no?

Aún tenía sus dudas, Saliha parecía tan segura cuando se lo contó y ella nunca le había mentido, dudaba de que fuera capaz de hacer eso.

La matrona sonrió y las arrugas aparecieron alrededor de sus ojos, mientras su cara regordeta se hacía más redonda aún. Había algo suave en su mirada que llenó a Juba de una calidez que le daba miedo aceptar.

—La joven reina está embarazada, el heredero viene en camino —empezó diciendo con alegría sincera—. Felicidades, mi rey, será padre.

Juba se quedó estupefacto, Selene estaba embarazada, ella no le había mentido. Así que todas esas cosas horribles que él le dijo, en realidad no tenían razón de ser porque ella estaba embarazada. Selene estaba embarazada, iba a ser padre, iba a tener un hijo porque su esposa estaba embarazada.

—¿Cuánto tiempo? —logró balbucear.

La matrona lo volvió a mirar con suavidad y comprensión, llevaba años anunciando embarazos y las reacciones siempre eran diversas, pero la de los padres primerizos siempre eran las que más le gustaban. Inseguros, emocionados, anonadados y sin saber cómo proceder, como si de un momento a otro, esas simples palabras tuvieran el poder de volverlos unos niños torpes que no tenían ni la menor idea de cómo ser adultos.

—Debe estar rondando los tres meses o tal vez unas semanas menos —respondió ella, pero luego se puso un poco más seria—. Aún es muy inseguro y debe tener cuidado si quieren llevar a término ese embarazo. Además, me preocupa un poco su bajo peso, no es muy alarmante, pero estos meses son muy importantes para su desarrollo, dentro de poco debería comenzar a crecer su vientre y debe estar bien alimentada —hizo una pequeña pausa y miró al rey de forma acusadora—. Ella negó malestares estomacales, pero ¿ha estado comiendo bien?

El rey recordó las palabras de Yugurta y cómo le advirtió que la reina se negaba a comer, tal vez debió prestar más atención y realmente asegurarse de que Selene estaba comiendo, no solo amenazarla para que lo hiciera.

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