34: Al borde del estallido

65 10 14
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Cirta, capital del Reino de Numidia. Palacio del Rey, 2 de mayo del año 23 a.C.


Baldo estaba enojado, no. Baldo estaba furioso y el causante de ese sentimiento no estaba. Y no estaba porque Juba había decidido, en un arranque de niño caprichoso, abandonar todo su reino y sus obligaciones como rey del mismo, para ir a rescatar a una mujer que supuestamente ya no sería su futura esposa. Así que sí, Baldo estaba furioso porque lo habían dejado con todos los problemas a él solo. Y eran problemas que venían de hace años, pero estaban cobrando cada vez más importancia y fuerza.

Todo había comenzado cuando Juba I, padre de Juba II, era rey de una Numidia libre. Pero las cosas cambiaron cuando el viejo rey decidió apoyar a Pompeyo el Grande que se enfrentaba a Julio César, durante la Segunda Guerra Civil de la República romana. Julio César ganó y sus aliados invadieron Cirta, la capital de Numidia; fue ahí, cuando Juba I siendo ya considerado como un enemigo del pueblo romano, habiendo perdido la Batalla de Tapso contra César y viéndose rodeado, se suicidó.

Entonces, Julio César, incorporó a una Numidia libre, a los territorios de Roma y pasó a ser una provincia romana; toda libertad perdida. Juba II apenas era un niño, así que César lo llevó a Roma y fue educado como un romano más. Varios años después, cuando Julio César ya había muerto hace mucho tiempo y Augusto se había convertido en Emperador y dejado atrás la República, Juba II volvió a Numidia. Pero volvió porque Augusto le devolvió el trono, Numidia no sería más una provincia romana, sino un estado vasallo de Roma. Tenía más independencia que antes, pero ante cualquier eventualidad, debían prestar sus servicios al Imperio como aliados.

Uno pensaría que al recuperar relativamente la libertad, el pueblo numidio estaría feliz con su rey, pero no fue así. Juba estaba perdiendo el apoyo de su gente cada vez más, el descontento hacia su autoridad iba creciendo. ¿La razón? Los numidas no soportaban que su rey estuviera tan romanizado, alegaban que ya no respetaba sus costumbres ancestrales, sino que quería convertir a Numidia en la nueva Roma y olvidarse del pasado. Baldo no podía culpar a ninguno de los dos, entendía al pueblo porque él también era parte; pero también comprendía a Juba, quien desde niño fue educado por los romanos, ¿cómo no iba a serlo? Era difícil borrar años de educación y mucho más cuando Juba notaba que Roma avanzaba a diferencia de los demás, estaba encandilado con su progreso y quería lo mismo para Numidia, solo quería ayudar y no lo veía como algo malo.

Así que las tensiones iban en aumento y habría más, especialmente cuando Juba decidía abandonar su reino de un día para el otro para viajar a Roma, el pueblo estaba enojado y eso no era bueno. Hasta ahora lo tenían controlado pero podía estallar en cualquier momento y lo peor es que Juba seguía tomando decisiones equivocadas. Baldo no negará que se alegró cuando su rey decidió romper el compromiso con la joven Selene, y no era porque le desagrada la mujer, sino por su origen. Cleopatra Selene II tenía sangre egipcia, griega y romana corriendo por sus venas; el pueblo la iba a detestar y nunca la aceptaría como su reina, era como poner más leña al fuego. Así que Baldo se alegró por la ruptura, Juba debía conseguir una esposa numidia para calmar un poco el descontento, pero no, había hecho todo lo contrario otra vez. Fue a buscar a esa mujer sin medir las consecuencias.

LA ÚLTIMA CLEOPATRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora