Reino de Kush, palacio real, 07 de mayo del año 19 a.C.
El bebé duerme tranquilo después de haber sido alimentado por una de las nodrizas. Desde que lloró y lo reconoció como su hijo, Selene se ha ido acercando poco a poco al niño, pero aún lo siente extraño. Todavía no sabe qué hacer cuándo llora o cómo agarrarlo, aunque le han estado enseñando pacientemente. Sin embargo, no ha podido darle el pecho, lo intentó pero no sucedió nada. El médico le dijo que al haber pasado ya un mes y nunca lo amamantó, a veces la leche se seca y simplemente la madre no puede alimentarlo. Lo dijo juzgando, ella lo percibió, la estaba juzgando por no haberlo amamantado al principio, por rechazarlo, que todo esto era su culpa.
Tal vez habían algunas posibilidades, le comentó más tarde la cocinera Adeona, que a ella una vez le había pasado y que mejoró a partir de una dieta estricta de ciertos alimentos. Así que hace varios días está comiendo frutas extrañas y otras alimentos, todo bajo la supervisión de Adeona. Sin embargo, nada ha pasado, tal vez ella no estaba destinada a ser madre.
Mira otra vez al niño, duerme pacíficamente. A pesar de haber nacido hace un mes, el niño todavía no tiene nombre, Selene prefirió que lo nombrara Juba o al menos eso dice la tradición según Baldo, pero el rey no ha dicho nada aún. Sumado a eso, partió hacia Numidia ya que le llegó una carta de Augusto diciéndole que se presente, ya que tendrán que colaborar si quiere recuperar su reino. El Emperador mandó cierta cantidad de legiones, pero no harán todo el trabajo, sino que el ejército numidio o lo que queda de él, también tendrá que participar. Por tal motivo, Juba la ha vuelto a abandonar y por suerte, se fue con Baldo; solo quedó Yugurta como protector de los númidas que aún siguen en el palacio de Kush.
—¿Qué es lo que te preocupa? —interroga la reina Amanirena—. ¿Qué tu esposo no vuelva o que no pueda recuperar el reino? Te diría que no te preocupes, si Roma está metida, es difícil que pierdan.
—¿Seré buena madre? —pregunta a cambio, aún observando al niño.
Amanirena suaviza su expresión y se queda callada ante la joven madre, quien se siente incómoda y pérdida ante el nuevo rol que tendrá que desempeñar.
—Si te preocupa eso, ya es una buena señal —responde—. Nadie sabe cómo ser buena o mala madre, cada lugar tiene sus propias creencias. Por ejemplo, en Roma si eres delicada, decente y totalmente abocada a tus hijos eres la mejor. Pero luego, existimos otras mujeres que tenemos que dedicarnos a la política para proteger a nuestros hijos y estamos solas. ¿Somos malas madres? Para los romanos seguramente sí, para otros no —continúa—. Si lo intentamos todo, pero no salió bien, ¿somos malas madres? Todo depende de lo que sentimos nosotras al final del día, nadie más puede juzgarnos.
—Yo lo rechacé, tal vez si le hubiera dado el pecho apenas me desperté —pronuncia un poco a punto de llorar—, tal vez ahora sí tendría leche para alimentarlo. Pero en cambio, lo hace una nodriza. Mi propio hijo quiere más a otra mujer, se calma con ella y pide por ella, yo no logro conectar con él, es como un extraño —termina un poco desesperada.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
أدب تاريخيCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...