Cirta, capital del Reino de Numidia. Mercado central, 10 de agosto del año 20 a.C.
El mercado de Cirta era muy parecido al de Roma, lleno de puestos uno al lado del otro y la oferta era muy amplia. Lo que sí cambiaba era la cantidad de personas, si bien Cirta era la capital del reino y la población era grande, nada de comparaba con Roma, donde incluso estaba llena de extranjeros que visitaban la ciudad y era casi imposible caminar porque el choque con otros era inevitable; en ese sentido, Cirta era un poco más tranquila, pero seguía siendo concurrida.
—Mi señora, no deberíamos estar aquí —mencionó Yanira, mientras recorrían los diferentes puestos—, y mucho menos sin avisarle al Rey —susurró lo último.
—Soy una persona libre y puedo ir donde yo quiero, no tengo que pedirle permiso a Juba —contestó Selene a cambio.
Era libre, no en todos los sentidos porque estaba atada a un hombre que ayudó a asesinar a su familia, pero era más libre que antes. Ya no estaba bajo el ojo de Augusto y su incesante control, ya no tenía guardias que vigilaran cada paso que daba y en ese sentido era un poco más libre. Y estaba dispuesta a disfrutarlo, ya estaba hace casi un mes en este reino y no lo conocía, así que su objetivo cuando se levantó esta mañana era conocer Cirta. No se cruzó a Juba y por tal motivo no pudo informarle que saldría, pero eso no iba a detenerla, ya no le debía explicaciones a nadie. Salió con Yanira y terminaron en el mercado, tal vez encontraba algo lindo para comprar.
—Pero mi señora, esto no es seguro —insistió Yanira un poco más temerosa—. Al menos le hubiéramos pedido a un guardia que nos acompañe.
Selene desestimó los temores de la otra mujer, es cierto que era peligroso ya que apenas cuando llegó a la ciudad fue recibida de la peor manera; pero ella necesita salir y disfrutar del hermoso día, no quería estar encerrada en ese palacio cada segundo de su vida mientras se marchitaba. Sin embargo, tampoco era tonta y sabía que no era muy seguro caminar así nomás, por tal motivo decidió ocultarse. Salió sin guardias y solo con su sirviente y se hicieron pasar por simples habitantes, nada de joyas o algo extravagante, no querían llamar la atención. Si no sabían quiénes eran, no las atacarían.
—Si sigues estando tan nerviosa nos descubrirán, solo disfruta el recorrer este lugar —recomendó la flamante reina.
Yanira hizo silencio, ya no dijo nada más, pero aún seguía teniendo miedo de que las descubrieran y las comenzaran a golpear, nadie las ayudaría porque nadie sabía que estaban en este lugar.
—Es hermosa —mencionó mientras tocaba la suave tela.
—Está hecha con el algodón más fino y traído directamente de la India —interrumpió el dueño.
Selene alzó la vista y se encontró con un hombre joven y de cabello moreno, quien la miraba con vigorosa energía, seguramente esperando poder vender.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Ficção HistóricaCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...