60: ¡Estallido!

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Cirta, capital del Reino de Numidia. Palacio del Rey, 24 de febrero del año 19 a.C.


Selene se ha levantado bien, el embarazo no le ha dado molestias en todo el día, sus pies no están hinchados y puede moverse con facilidad casi como antes de tener el vientre tan hinchado. En pocas palabras: ha sido un buen día.

Nuru está terminando de peinarla cuando Yanira entra corriendo, totalmente alterada.

—¡Mi señora! —grita asustada.

—¿Yanira qué sucede? —interroga Selene.

—¡Nos invaden, mi señora! ¡Nos invaden! —pronuncia entre lágrimas—. ¡Los rebeldes vienen a matarnos!


A partir de ahí, el palacio enloqueció y cuando Selene salió de su habitación, juró que nunca había sido consciente de cuántos sirvientes vivían en el palacio, ya que era impresionante la cantidad de personas que corrían alteradas. Algunos parecían juntar cosas, otros corrían sin rumbo y otros directamente estaban paralizados, mirándola a ella con nerviosismo.

—Mi señora, ¿qué hacemos? —interrogó Yanira, pero Selene no escuchó.

En su cabeza solo podían aparecer los recuerdos de hace más de una década atrás, aquellos que se esforzaba por olvidar porque le hacían demasiado daño, pero nunca se iban. Otra vez los atacaban, otras vez los invadían, otra vez los iban a matar. ¿Otra vez tenía que sufrir esto? Casi puede ver a su madre corriendo y dejandolos solos, ordenándole a Nuru que los cuide, mientras ella se va con su padre, para luego matarse y evitarse la humillación de caer ante Augusto.

—Mi señora, ¿qué hacemos? —esta vez es Nuru quién le habla.

Selene se da cuenta que éste no es el pasado, que si bien está pasando algo muy parecido, no lo es y ella no permitirá que pase lo mismo. No otra vez.

—¿Dónde se encuentran los rebeldes? ¿Cuántos son? —comienza a interrogar, sabe que Nuru no tiene las respuestas, estaba a su lado así que se dirige a Yanira, tratando de mantener la calma y olvidarse de por un momento del caos que la rodea.

—Yo... —balbucea Yanira, nerviosa y mirando el caos a su alrededor, se siente sobrepasada y realmente tampoco tiene la respuesta.

Cuando los gritos y las alertas comenzaron, ella solo corrió a buscar a su señora para avisarle, no averiguó nada de lo que Selene le está preguntando. Debió haberlo hecho, es una pésima sirvienta para su señora por no averiguarlo, ahora está perdida.

—Muchos, acaban de tomar la ciudad y vienen hacia acá. Tal vez en media hora estén entrando al palacio, no creo que los soldados de la entrada puedan retrasarlos demasiado, pero sus vidas con suerte nos darán diez minutos más —interrumpe Yugurta—. Es hora de irnos, su majestad.

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