70: Futuro a la vista

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Puerto de Bríndisi, al sur de la península itálica, 20 de junio del año 17 a.C.


—¿Estás contenta? —interrogó Juba a su esposa.

Ambos estaban observando como los sirvientes cargaban todas sus pertenencias en el barco.

—Sí, me alegra dejar Roma, espero no volver —respondió.

Por suerte los Juegos ya habían terminado hace unas semanas y sus obligaciones como reyes aliados también, así que habían emprendido el camino de regreso a su hogar, aunque todavía faltaban semanas para arribar.

—Eso es bueno, me pone feliz que tú lo estés —dijo, ambos siguieron mirando al barco y su cargamento—. ¿Me darás otra oportunidad?

Selene solo suspiró y se concentró durante varios minutos en Yanira, quien tenía a Ptolomeo en brazos y lo paseaba de un lado a otro para entretenerlo, mientras que el niño miraba maravillado el mar que estaba ante sus ojos.

—Estamos llevando un matrimonio tranquilo, estamos bien —respondió ella evasiva, tratando de esquivar la verdadera pregunta—. Ambos nos dimos una oportunidad.

Espera que Juba lo deje ahí, ojalá ya pudieran subir al barco y marcharse. Pero eso no sucede y se quedan en silencio incómodo, Juba tampoco la deja pasar.

—Quiero tener un verdadero matrimonio contigo, ser una familia real los tres —pronunció—. Los dos nos lastimamos, pero también nos perdonamos, ¿por qué no volver a intentarlo?

Selene no sabe qué responder, ¿por qué se sigue negando? No lo sabe, tal vez tenga miedo. Pero, ¿miedo a qué? Tampoco lo sabe.

Los sirvientes terminan de subir todo y Yanira se acerca con Ptolomeo, esperando alguna nueva indicación.

—Mejor subamos, cuánto más rápido nos alejemos de Roma y lleguemos a nuestro hogar, me sentiré mejor —respondió un poco nerviosa.

Tomó a Ptolomeo en sus brazos y ordenó a su sirvienta que la siguiera, las dos se subieron y desaparecieron. Juba no sabe cómo sentirse, si tomárselo mal o bien, pero recuerda que ella dijo "nuestro hogar", eso es una buena señal. No piensa rendirse.


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