23: ¿Cuánto vales?

105 6 21
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Roma, capital del Imperio Romano. Jardín del palacio del Emperador, 1 de noviembre del año 24 a.C.


—Quisiera hablar con mi pro... —Juba se detuvo antes de decir "prometida", se recompuso rápidamente y continuó—. Quisiera hablar con la joven Cleopatra Selene, a solas —concluyó mientras se enfocaba en Tiberio.

El Cuestor de Annona aguantó la mirada unos segundos, pero luego dirigió toda su atención a la princesa egipcia, quien aún estaba concentrada en Juba pero desvió sus ojos al romano cuando él tocó su brazo. El rey se mordió y tragó toda la rabia que sentía en ese momento, odiaba a ese hombre por tener el privilegio de rozar su piel, pero mucho más porque ella no rechazó el contacto como lo hacía cada vez que él lo intentaba. Observó como Tiberio susurraba un "¿Está bien?" y Selene asentía. Ese desgraciado tenía el descaro de insinuar que era peligroso y por eso, no quería dejarlos solos. Juba podía odiar al tipo, podía odiar que Selene parecía tenerle más aprecio y también, podía odiar el haberlos visto abrazados y felices; podía odiar todo eso, pero nunca le haría daño a Selene. Nunca haría eso porque no se lo perdonaría jamás.

Después de amagar y dudar unos segundos, Tiberio terminó inclinando brevemente la cabeza hacia Juba.

—Su majestad, con su permiso me retiro —pronunció seco.

Juba asintió con la cabeza solo por educación y porque deseaba que se fuera lo más pronto posible. Luego, Tiberio se encaminó hacia el palacio y se llevó consigo a Julia, que parecía feliz observando toda la situación. Cuando estuvieron los dos completamente solos, se miraron fijamente sin romper el silencio.

—¿Cómo ha estado el viaje? —interrogó Selene, intentando aligerar el ambiente.

El rey Juba se veía demasiado serio, no había sonrisas ni palabras dulces para ella. Era algo demasiado extraño verlo así en su presencia.

—¿Realmente te interesa o solo preguntas por cortesía? —contestó a cambio.

Sus palabras mordaces la sorprendieron y no supo cómo reaccionar, Juba estaba actuando con demasiada frialdad.

—Claro que me interesa —se defendió—. Nunca me comunicó que vendría, así que lamento el recibimiento tan pobre de mi parte. ¿El Emperador ya sabe que usted está aquí? —intentó desviar el tema.

No estaba preparada para esta conversación porque no sabía hacia dónde quería llegar el rey.

—Debo reconocer que el recibimiento fue el peor de todos —pronunció—. Cuando estaba en Numidia y sintiéndome culpable por no haber mandado más cartas para estar en contacto, no quería que sintieras que te estaba olvidando y volviéndome frío. Así que organicé este viaje rápido solo para verte y traerte algún presente que no te haga sentir en soledad, pero no estabas sola. Tenía tanta emoción de volver a disfrutar de tu presencia, pero tú estabas encantada con la presencia de otro —dijo con rabia al recordar a los dos jóvenes abrazados hace apenas unos minutos.

LA ÚLTIMA CLEOPATRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora