Cirta, capital del Reino de Numidia. Palacio del Rey, 16 de septiembre del año 20 a.C.
Yugurta vio a la sirviente pasar con la bandeja del desayuno intacto y eso lo extrañó.
—Saliha, ven aquí —pronunció, haciendo que la joven de rulos se detuviera y se acercara al otro joven.
—¿Sí señor, Yugurta? —interrogó. Mientras el hombre señalaba la bandeja con toda la comida.
—¿La reina se volvió a negar a comer? —preguntó. Saliha asintió.
—Una de sus sirvientes personales me atendió cuando llamé a su habitación, creo que era Yanira, y me dijo que ella ya le había traído el desayuno. Así que me marché —se defendió la mujer de rulos.
No le gustaba la reina, la encontraba desagradable, pero desgraciadamente debía servirla. Sin embargo, todas las mañanas rechazaba el desayuno y eso la molestaba aún más. ¿Se creía tanto que ni siquiera los consideraba dignos de prepararle el desayuno?
—Está bien, Saliha, no te preocupes, tú sigue con tus quehaceres —dijo Yugurta.
Ella asintió y se marchó, a pesar de que quería gritar y menospreciar a la reina, pero no podía hacerlo frente a Yugurta, no frente al joven bueno que seguramente la reprendería por hablar así.
Yugurta solo puede suspirar cansado, tontamente pensó que cuando Juba se casara con la mujer que amaba y de la cual no podía parar de hablar desde hace años, todo mejoraría. Pero no, todo lo contrario, Juba estaba mucho más irascible y se enojaba por cualquier tontería, ya ni paciencia tenía, sin mencionar que parecía mucho más vengativo. Sumado a eso, ahora parecía odiar a su esposa y ella a él, no recuerda ninguna sola noche que el reciente matrimonio haya compartido una habitación desde que viven juntos en este palacio. Es decir, eran un matrimonio ante los ojos de los demás, pero puertas adentro se escupían veneno entre ellos.
Y hablando de la nueva reina, a pesar de ser proclamada, Selene no tenía mucho contacto con nadie, se la pasaba siempre junto a sus dos sirvientes más fieles y nada más. No hablaba con los demás esclavos del palacio y tampoco tenía mucho contacto con el rey, casi siempre estaba en su habitación o los jardines interiores del palacio. Y sumado a eso, a pesar de que siempre le llevaban la comida, no había aceptado ni una sola, su propia sirviente le preparaba y tampoco se reunía en el comedor para almorzar o cenar con ellos. Habitaba el palacio, pero estaba aislada del resto por decisión propia y eso comenzaba a preocuparlo.
Encontró a Juba leyendo unos papeles, claramente de mal humor si se guiaba por el entrecejo fruncido y el odio con el que leía, pero Yugurta tenía que hacerlo.
—Su majestad, con su permiso me gustaría hablar con usted —pronunció. El aludido alzó la mirada y asintió para que continúe—. Es sobre la reina —agregó y fue cuestión de segundos para que el rostro cambie de enojado a hastiado.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Historical FictionCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...