Cirta, capital del Reino de Numidia. Palacio del Rey, 17 de octubre del año 20 a.C.
—La mayoría de los rebeldes están en los calabozos y los que escaparon se han mantenido en silencio, no han hecho ningún movimiento, seguramente deben tener mucho miedo. Así que diría que ese problema está cerca de terminar —menciona Baldo y Juba asiente.
Después del recibimiento que habían sufrido él y Selene, había decidido terminar con todas las quejas contra su reinado y se propuso encarcelar a todos aquellos que habían tenido algo que ver con ese incidente y además, a los que no estuvieran de acuerdo con su política porque representaban un problema a futuro.
—¿Cerca de terminar? —interroga Yugurta, sorprendiendo a los otros dos hombres por su tono indignado—. Esto no está cerca de terminar, todo lo contrario, está cerca de ponerse peor.
—¿De qué hablas? —pregunta el rey.
—Que tal vez tengas a la mayoría de los rebeldes en el calabozo, pero te estás poniendo al pueblo en contra —le expresa.
—Aún eres joven y no entiendes de política, hijo mío, te aseguro que el pueblo lo amará por meter a todos esos rebeldes al calabozo —aseguró Baldo, tratando de calmar a su hijo y a Juba.
—Tal vez no tenga tu experiencia, padre —concuerda—, pero recorro el reino y te aseguro que el pueblo no está muy contento con lo que está haciendo nuestro soberano. Era entendible que arrestara a quienes los atacaron, pero te excediste y parece que comenzaste una cacería con todo aquel que piense distinto a ti —esta vez miró directamente a Juba—, estás pisando la delgada línea entre ser un rey respetable y convertirte en un tirano, reinos enteros han caído por el descontento de un pueblo —aseguró.
—Basta, Yugurta, eso no pasará —amonestó Baldo—. Numidia es fuerte y tiene un rey fuerte, no caerá nuestro reino —expresó de forma severa y enojado con su hijo.
—Tengo personas en toda la ciudad que me mantienen informado sobre cualquier sublevación, antes de que quieran derrocarme lo sabré y los derrotaré —dijo el rey, serio pero seguro.
—¿Tan seguro estás de que te informan todo y qué son confiables? —volvió a preguntar, casi desafiante.
—Cuida tus palabras Yugurta, estás hablando con su majestad —advirtió Baldo.
—Solo hice una pregunta —respondió, pero con un tono mucho más bajo y tranquilo, comprendiendo que se estaba sobrepasando.
—Sí —contestó el rey con seguridad.
—Entonces supongo que te enteraste de la llegada de tu cuñado, ¿no? —soltó Yugurta y el rey parecía realmente sorprendido.
—¿Qué? —preguntó desconcertado.
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LA ÚLTIMA CLEOPATRA
Ficção HistóricaCleopatra Selene II estaba destinada a gobernar a todo Egipto cuando creciera, pero cuando los Romanos le declararon la guerra e invadieron su reino, todo se redujo a cenizas y a un futuro incierto. ...