22: Juzgado

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Roma, capital del Imperio Romano. Ergástulo (prisión subterránea), 25 de octubre del año 24 a.C.


El aire comenzaba a ponerse pesado y costaba bastante respirar, pero Tiberio continuó caminando. Mientras más descendía, más aumentaba la presión pero no podía abandonar, de esto dependía conseguir alimentos y salvar muchas vidas que terminarían pereciendo de hambre si la falta de alimentos no se solucionaba pronto.

Visitar este lugar, le había llevado días decidirlo, no era tan fácil. Y sabía que seguramente le traería más de un problema con su madre y el Emperador, pero por sobre todo, el desagrado de los patricios más ricos de toda Roma. Pero Selene tenía razón, era la última oportunidad que tenían y él no pensaba fallar como Cuestor de Annona.


"—Adelante —pronunció Tiberio al terminar de colocarse la bota.

Cuando volteó se sorprendió al encontrarse a Selene ahí parada, se veía radiante y hermosa con ese chitón turquesa, el cual resaltaba su piel morena. Sin contar que tenía una sonrisa demasiado entusiasta en su rostro, algo extraño en ella.

—Tengo la solución a tus problemas —dijo con emoción, él enarcó una ceja—. Ya sé cómo puedes conseguir granos para alimentar a todos los habitantes de la ciudad.

Su desconcierto se transformó en sorpresa y finalmente, en atención.

—Te escucho —respondió.

—Mientras conversaba con Alejandro, él mencionó que al poder lo tiene el pueblo y que si fueran conscientes de eso, podrían llegar a destruir un imperio —comenzó Selene, Tiberio entrecerró los ojos, no tenía nada en contra del joven, pero en ocasiones era un poco desagradable. Aún así, no le deseaba nada malo, pero estas ideas revolucionarias serían utilizadas en su contra si llegaban a oídos incorrectos; tendría que hablar con él para prevenirlo—. Al principio no estuve de acuerdo con él, ¿qué puede llegar a hacer un grupo de esclavos contra un gran imperio?

—Pues hace casi cincuenta años, una revolución de esclavos causó muchos destrozos. No estaría tan seguro de su inefectividad —comentó Tiberio.

Él no las había vivido, pero la última guerra servil* se mantenía en el recuerdo colectivo de muchos. Y algunos temían que algo así pudiera volver a suceder, así que eran mucho más cuidadosos con sus esclavos y los trataron con menos dureza. Pero seguían siendo esclavos y escoria por donde se los mire.

—¿De verdad? —interrogó Selene sorprendida.

Tiberio asintió, pero no quería desviarse del tema.

—Entonces, ¿cuál es el punto de todo esto? —cuestionó a la joven egipcia. Ella pareció recordar a qué venía, así que continuó.

—Pues bien, no estuve de acuerdo con él al principio, pero luego comprendí su punto. Y me di cuenta que son justamente los más olvidados, los que tienen la solución a tu problema —mencionó feliz Selene.

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