I

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-Narrador omnisciente-

La llegada de un nuevo día se hacía notar debido al alba, la cual, asomaba tras los edificios de la ciudad y un rubio seguía acostado, envuelto en sus cobijas.

En minutos, entraron ambos padres con regalos y entonando una melodía de "Feliz cumpleaños".

Miguel, o Mike, fue despertando cuando sintió hundida su cama, señal de que los mayores se habían sentado en cada lado.

—¡Buenos días, cariño! Feliz cumpleaños –dijo la madre acercándole una cajita.

–Felicidades hijo, ojalá la pases muy bien en tu día –ahora mencionó el padre, entregando una cajita del mismo porte que el de la madre.

–Ay, gracias –dijo el rubio mientras se sentaba, a la vez que tallaba sus ojos– no era necesario todo esto.

–Claro que sí, Miguel, hoy cumples tus 19 –comentó la madre.

–Eso no significa que me iré de casa o acontecerá algo importante –bostezó.

–Pero si se te hace tarde.

–¿Tarde para qué?

–Porque debes ir a la escuela, jovencito –esta vez habló el padre cruzándose de brazos.

El rubio se levantó de un salto, pero antes de que fuera a hacer su aseo personal, se devolvió a abrir los regalos que sus padres le habían dado.
El de su madre era una cadena de plata y el de su padre era un smartwatch, algo "sencillo" para el de ojos grises.

Después de hacer su aseo, desayunar y acomodar las pertenencias de su mochila, Mike salió de su casa. Él para llegar a su Universidad, tenía que tomar varios medios de transporte públicos, como buen adulto "independiente"; ya después se compraría un auto.

Cuando Mike llegó a la Universidad, se encontró con su mejor amigo; Javier.

Javier, o Trollino, era un chico pelinegro y de ojos azules; otro "Dios".

Javier recibió a Miguel con un regalo, un abrazo y una felicitación, acción que hizo sonrojar al cumpleañero de inmediato.

–Felices 19, Mike –dijo el pelinegro al separarse.

–G-gracias Trolli, e-es muy amable de tu parte el que te acordaras –tartamudeaba de una manera muy nerviosa.

–¿Cómo no me voy a acordar del cumpleaños de mi amigo? Es una fecha muy importante.

–S-si... Amigo.

–¿Estás bien? –dijo posando una mano en el hombro del contrario, obligando a verlo.

–¡Claro! –habló nervioso y alejándose– ¿Qué te parece si entramos ya? S-se nos hará más tarde y eso que estamos afuera.

Mike apresuró el paso mientras abrazaba los dulces que Trollino le había dado. Este último lo vió raro, pero solo se encogió de hombros y fue a su clase.

Cuando el rubio llegó, lo sorprendió una carta con un sobre rosa encima de su pupitre. Levantó la carta e inmediatamente una chica se acercó apresurada.

–¡Mike! –exclamó la mujer con notorio nerviosismo.

–¿Si? –interrogó volteando a mirarla y fingiendo una sonrisa.

–Quería saber si podías asistir a mi fiesta, me encantaría que un hombre como tú esté ahí.

–Claro, iré.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora