Historia Secundaria (VII)

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La exposición de Ari resultó ser de lo más convincente para los docentes y una que otra persona que pasaba por ahí, saciando su curiosidad.

Luego de terminar, su profesor pidió hablar con él a solas.

—¡Ari! —nombró el mayor con una sonrisa—. Me ha encantado lo que has hecho y, por lo que oí, a los demás maestros también.

—¿¡De verdad!? —estaba emocionado—. ¿Entonces sí lo implementarán como un taller?

—Creo que sí —continuó feliz—. Hemos hecho esto porque pensamos que el Arte es una de las carreras menos interesantes que existen, así que buscamos "rescatarla" de cierta forma.

—Y... ¿Usted afirma que realmente funcione? —habló, ahora desanimándose.

—Oye, no pierdas la esperanza de que algo malo pueda arreglarse, ¿De acuerdo? —alentó el mayor.

—Vale, está bien —volvió a sonreír.

[...]

—¡Amor! ¡Amor! ¡Amor! —entró Ari corriendo a su hogar y fue a su habitación—. ¡A qué no sabes lo que me pasó!

Sobre su cama visualizó al extranjero dormido. Debajo de su cuerpo habían hojas y cuadernos, entonces decidió limpiar todo, además de dejar descansar a su pareja.

—Creo que tu carrera te tiene algo mal, ¿Verdad, Jayden? —decía en lo que recogía y luego besó la frente del otro—. No te preocupes; tú relájate, cariño.

Al terminar su tarea, comenzó una adicional y todavía más divertida para él.
Cabe mencionar que el pasatiempo del de ojos bicolor sí se haría en la institución.

[...]

Las semanas fueron pasando y el nuevo taller fue un mediano éxito, ya que una parte de los alumnos quedaron intrigados por este arte, buscando aprender del estudiante que lo propuso.

Al mismo tiempo, Mike y Trollino volvieron a hablarse, aclarando la situación que los separó en un inicio.

El pelinegro había intentado hablar con su ex días antes, pero este tenía una nueva preocupación; asistir a la actividad extra que tenía con Ari. No decepcionó a este, pues siguió yendo consecutivamente y no se aburría.

En una de tantas ocasiones, por fin pudo detener al rubio.

—¡Mike! ¡N-necesito hablar contigo, por favor! —pidió él mientras se le acercaba.

—Agh —se quejó Miguel y volteó a verlo—. Ahora no puedo, Javier, tengo que llegar.

—Lo sé, lo sé, lo entiendo, solo que esto es importante.

—¡Esto también! —intentaba zafarse del enredo.

—Es que se trata sobre nosotros —mencionó un tanto desesperado.

—¿Nosotros? —cuestionó casi con sarcasmo—. Nosotros ya no debemos hablar, pues nos dejamos claro qué es lo que nos molesta del otro.

—Sí lo recuerdo —suspiró—. Mira, consideré las cosas con algo de tiempo libre y terminé por convencerme a mí mismo de que no puedo vivir sin ti —dijo avergonzado el de ojos azules, con un sonrojo leve que lo delataba.

—¿Bromeas? —contestó con el mismo tono de su pregunta anterior.

—¿No? —dudó y luego reafirmó—. No, por supuesto que no, es en serio.

—Javi, yo sinceramente no he pensado acerca de ese tema, pues quise distraerme y no centrarme en un problema del pasado que, creí, ya estaba aclarado —confesó y empezó a ponerse incómodo.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora