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—Así que... ¿Realmente eres amigo de Ari? —cuestionó Rubén escogiendo unas cosas de los estantes del supermercado.

—Creo que sí —contestó Mike, recargado en el carrito sobre sus dos brazos—. Es que es difícil de decir.

—¿A qué te refieres con "difícil de decir"? —remarcó.

De inmediato, el de ojos grises se dió cuenta de lo que había dicho; eso era fácil de malinterpretar.

—¿¡Eh!? ¡N-no, nada! N-nada importante —sonrió nervioso.

—¿Seguro? Porque a mí se me hace muy extraño que Ari tenga amigos mucho menores que él —explicó—. Normalmente no se relaciona con ellos, a menos que sea para terapia, claro.

Después de meter unos productos en el carrito de compras y caminar unos pasos, el menor lo siguió empujando aquel "contenedor".

—E-es que yo ví a Ari como una buena persona y más adelante como un amigo. También me encariñé mucho con él —relató Miguel.

—Eso es adorable.

—Sí, creo que sí.

—Pero no me puedo creer esas palabras, Miguel —declaró el mayor continuando con su búsqueda.

—¿P-por qué? —inquirió.

—Porque tú te veías MUY apegado a mi sobrino el día de ayer y, aparte, también te veías muy feliz —dió la observación.

—Ah, jaja —rió nervioso—, son los efectos de la amistad —mintió.

—¿Sí? No sabía que los amigos se besaban, solo los amigos con derechos.

—¿¡Q-qué!? —gritó el rubio titubeando.

—Así es —rió—. Yo observé ayer en la noche como te despedías de él —declaró Rubén mientras se adelantaba a seguir con sus compras.

Por su parte, el menor de ambos se quedó inmóvil ante el comentario. Igualmente analizó demasiado lo que le acababan de decir, ¿Cómo iba a librarse de eso?

Después de unos segundos reaccionó y continuó caminando a la par que empujando el carrito. En un instante, alcanzó a su acompañante.

—P-pero... ¿Qué piensa d-de eso? —preguntó el de ojos grises, temblando.

—Ja, ¿Qué quieres que piense? —contestó el otro con una duda extra y sin prestarle casi atención.

—Pues soy demasiado joven para Ari, ¿No tiene problema con eso? —inquirió de nuevo.

—Tengo problemas con muchas cosas, pero no con la edad de diferencia entre una pareja. Claro, tienes que ser mayor de 18 años —puso como condición.

—S-sí, tengo 19.

—Ah, perfecto —sonrió y lo miró—. Ari ya ha tenido infinidad de dificultades con mi hermana y me gusta que sea feliz.

—Sí, también estoy consciente por lo que su madre le hizo pasar —habló Mike en tono triste—, pero al menos ya lo veo mejor.

—Yo también.

—¿Tendré algún impedimento con su hijo? —consultó.

—¿Por qué?

—Porque ayer no se veía muy feliz de verme.

—Es que eres un invitado nuevo, debe ser eso —respondió para calmarlo.

El rubio lo pensó un poco y después sonrió tranquilo. A fin de cuentas, al único que necesitaba con él, era a su psicólogo.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora