LVII

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—Entonces, Miguel, ¿Cómo has estado últimamente? —preguntó la psicóloga al menor.

—Estoy mal, Lillian —respondió él entre sollozos—, muy mal.

—Estos días sin Ari han sido bastante rudos, ¿Verdad? —cuestionó de nuevo.

—Y sin mis padres; los tres me importan por igual.

—Lo sé, Miguel, no le estoy restando importancia a ninguno, solo que... Ari me habló principalmente de tu dependencia hacia él.

—Agh —se quejó y limpió sus ojos llorosos—, no quería aceptarlo, pero sí, él tuvo razón.

—Lo importante es que lo reconociste —sonrió—. Es momento de trabajar con eso.

—Por Ari y por mis padres.

—Y por ti —agregó la de ojos negros.

El de ojos grises asintió e inició la sesión.

[...]

—¿Para qué la cita aquí? —inquirió Silvio, repartiendo helados a sus dos acompañantes.

—Porque Mike hizo algo malo; muy grave —contestó Daniela y empezó a comer su postre.

—¿Qué cosa tan grave? —preguntó Flex.

—Mike volvió a ser amigo de Trollino —informó ella.

—¿¡CÓMO!? —gritó la pareja al unísono.

—¡Ay, mi oído! —se quejó la pelicastaña.

—Es que... Es que... ¿Cómo es eso posible? ¿No estaba bajo arresto? —se alarmó el peliazul.

—Y lo sigue estando, pero buscó una manera de acercarse a Mike y ahora son amigos otra vez —explicó.

—No puede ser —declaró decepción el menor—. Yo creí que Mike no volvería a estar a su lado.

—Solo espero que no vuelva a ser su pareja —comentó el Mexicano.

—¡No! —reclamó Ela—. ¡Por supuesto que no! ¡Yo no lo voy a permitir! —se decidió.

—Elita, entendemos que es una situación difícil, pero en primer lugar, ¿Qué fue lo que orilló a Mike hacia Trollino? Porque no creo que haya sido así nada más —formuló el de ojos azules.

Ante eso, Daniela se quedó callada y agachó la cabeza; ahora ella sentía la culpa del fin de una de sus amistades, aunque suene exagerado.

—¿Elita? ¿Qué pasó? —cuestionó Flex preocupado.

—E-es que... Hi-hice una comparación muy fea entre Mike y Jayden.

—¿Jayden? ¿Quién era? —consultó el de cabello castaño.

—Ex pareja de Ari, ahora muerto —respondió la de ojos verdes.

—¡Ay, güey! —expresó el mayor—. ¿Es en serio?

—Sí.

—No es por echarle la culpa a nadie, pero Mike con eso debe sentirse inútil —avisó el de ojos negros.

—Eso también me lo hizo saber Javier —apoyó su cabeza en sus brazos.

—No te preocupes, Elita —calmó Silvio—, ¿Mike no debía ir a terapia?

—No sé si esté con Lillian en este momento.

Los otros dos se encogieron de hombros y luego se miraron entre sí.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora