XXIV

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Al día siguiente, Mike asistió a la Universidad como era costumbre, solo que esta vez se sentía diferente, pues la discusión que tuvo antes con Ela, lo distanció de ella.

A la entrada, ambos se encontraron, pero la pelicastaña simplemente le ignoró cuando este le saludó. Se sentía la indiferencia e igual se sentía triste el ambiente, mucho más con Ela, pues al querer tanto a Ari, le dolía lo que le decían; siempre buscaba defenderlo.

No malinterpretar el cariño que Ela le tiene a Ari, es solo que ella lo ve como un segundo padre, ya que él la conoce desde que era una niña.

El especialista trató a la pelicastaña durante un tiempo y por el mismo tema, o parecido, ya que ella confundía mucho sus sentimientos con respecto a hombres y mujeres. A fin de cuentas, Ari ayudó a Ela a darse cuenta de que amaba a las mujeres y veía a un hombre como un amigo más.

Desde ese día y esas sesiones, la menor veía al mayor como un padre; alguien en quien puedes confiar plenamente.

En ocasiones, ella asistía a las sesiones con otros pacientes, haciéndose pasar por la hija del castaño. Ambos tenían ojos verdes y el cabello del mismo color, así que nadie sospechaba e incluso a la madre de la menor se le hacía gracioso.

Yendo a las sesiones, se daba cuenta de que varios pacientes iban por un tiempo y ya no regresaban. Eso no le pareció inusual, pero Ari le explicó que él debía dar el alta y determinar si el paciente requería seguir en sesión o podía dejar de asistir. Al saber eso, se sentía mal cada que alguien ya no iba, pues veía en el especialista una expresión de mediana tristeza, pero al fin y al cabo, ya era costumbre.

También, Ela siempre ha procurado defender a Ari de cualquier persona que le recuerde su pasado o se burle del presente, porque él le tuvo la confianza de platicarle todo lo que había vivido y sinceramente no fue nada bonito por lo que pasó.

Otra cosa que Ela ha hecho por Ari, es buscarle pacientes, sí... Pacientes. Ella ha hablado con mucha gente y a algunos los ha convencido de tratar sus dificultades con el especialista, ellos han accedido, pero siempre terminaban retirándose.
El mayor agradecía esa iniciativa, pero no se puede obligar a alguien a hacer algo que no quiere.

Con el paso del tiempo, ellos seguían siendo buenos amigos, aunque ya casi no se comunicaban, pero siempre estaban el uno para el otro.

Regresando al tema de Mike, este se encontraba distante con todo mundo y se distraía de las clases, haciendo que no entregara trabajos en ninguna de ellas. Se sentía triste, pero no sabía la razón.

Quiso descartar la idea de que era por el psicólogo, aunque no pudo y terminó aceptándola; se sentía triste por como había tratado a Ari.

Después de las primeras clases, llegó el descanso, así que el rubio fue a la cafetería con la esperanza de encontrar a Ela, pero desafortunadamente no estaba ahí y tal vez había tomado otro rumbo. Finalmente, y un poco resignado, Mike se sentó solo en la mesa de siempre.

A los minutos, ya estaba desayunando sin muchas ganas. Parecía tan perdido a la nada, que no se dió cuenta cuando Javier se sentaba a su lado y lo abrazaba por los hombros.

—Hola —saludó el pelinegro—, ¿Cómo estás, querido Mike?

—Desayunando —contestó aún con su vista perdida.

—Dije que como estás, no que estás haciendo —reclamó.

—¿Eh? —regresó en sí y volteó a ver al otro—. ¿Javier? ¿Qué haces aquí?

—Pues solo venía a verte, ya que ayer  después del beso, no te ví otra vez.

—Lo siento —dijo dejando su desayuno de lado—, e-es solo que estaba ocupado con otros asuntos.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora