XV

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—Ari es nombre de mujer —mencionó Mike recargándose y dando vueltas en la silla.

—Hay nombres que son para ambos géneros, no debería ser un problema.

El psicólogo no dejaba de sonreír y ser amable con el menor, al fin y al cabo era una persona que ya habría sufrido mucho.

—Tu ojo es extraño —volvió a criticar el menor.

—Jaja —rió un poco—, ¿No tienes nada más que decirme? Siento que me insultas.

—Estoy aquí nada más porque no tengo que hacer.

—Mmm, ¿Te importa si salgo un momento? Olvidé algunas cosas en mi auto —dijo levantándose de su silla y yendo a la puerta.

—No, adelante —permitió siguiéndolo con la mirada.

El mayor salió del consultorio y cerró la puerta, dejando ahí a Mike "solo".

—No debí abrir la boca, ¿¡Qué diablos le voy a decir!? A parte está horriblemente acabado, está viejo y ni modo que le suelte que me corto los brazos. Estúpidos psicólogos.

De un segundo a otro, la puerta se volvió a abrir y dejó ver al castaño con su linda sonrisa tranquilizante.

—Bien, ahora sé que debemos tratar primero... Auto-lesiones.

—Agh —se quejó y abrazó sus piernas.

[...]

—Sé que es difícil, pero no se cura lo que no se ve; lo que no se habla, pues.

—No voy a cambiar lo que hago, solo vine porque mi papá me quiere educar a golpes, cosa que no soportaré.

—Bien. A veces hacemos cosas que no queremos por no sufrir, ¿Verdad? —habló por experiencia propia.

—Ehh, ¿Si? —dudó al ver que compartían sentimientos—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Ya la hiciste —bromeó.

—Bueno, otra.

—¿Qué?

—¿Tú... Ha-has pasado por lo mismo que yo? —consultó con esperanza; es más fácil hablar con quien compartes experiencias.

—Pues no sé exactamente por lo que has pasado, entonces no tengo opinión concreta.

—Pff, pensé que sería fácil hablar —se quejó el rubio y siguió dando vueltas en la silla.

—Pero —interrumpió subiéndose las mangas de su saco— yo también tengo esas cicatrices.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Dime la razón tú primero —bajó sus mangas—, por favor.

—T-tal vez porque no entendía la razón de las personas por desahogarse de esa forma.

—Mmm, ¿Y ahora lo comprendes?

—Yo no soy sensible a la sangre, me gusta verla y quizá es por eso —explicó e hizo una pequeña pausa—. ¿Estoy loco?

—No. Los médicos forenses se dedican a estudiar muertos y es porque les gusta. Se dedican a hacer autopsias y no por eso están locos.

   »Los doctores que sacan sangre del brazo también les agrada y no por eso están internados en un psiquiátrico, ¿O si?

—Tal vez a algunos doctores no les gusta sacar sangre —rascó su brazo con incomodidad.

—Pero a eso se dedican, por cierto, ¿A qué te quieres dedicar?

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora