V

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—¡Ay! —reclamó Trollino levantándose del sillón—, ¿Dónde estoy?

—En mi casa, creo —contestó con duda su amigo rubio.

—Ahh —se relajó unos segundos—, ¿¡Por qué estoy en tu casa!? —volteó a verlo, exaltado.

—¡Y yo que voy a saber! Solo te ví ahí cuando me levanté al baño.

—Me duele un poco la cabeza, ¿Qué hicimos ayer?

—Solo bebimos y... De ahí no recuerdo más.

—Mmm, dejémoslo en bebimos y ya.

—Estoy de acuerdo, no quiero darle más vueltas a este asunto.

—Oye, ¿Hoy no teníamos clases?

—No, es sábado —tranquilizó agarrando su celular para ver la hora— y son las 10 de la mañana.

—¿Tan temprano? Bueno —se volteó otra vez y abrazó una almohada—, buenas noches —cerró sus ojos.

—Buenas noches.

Mike en vez de "dormirse" otra vez, se levantó a la cocina a preparar algo para desayunar. En la cocina lo alcanzó su madre.

—Buenos días, hijo, ¿Cómo estás? ¿Cómo amaneciste?

—Mal, mamá, me duele la cabeza y no recuerdo nada de lo que pasó ayer —tembló un poco al mencionarlo.

—No te preocupes, podrás averiguarlo después.

—No sé si quisiera saber, pero bueno.

Entre Mike y su mamá hicieron el desayuno para su padre y el pelinegro.

A los minutos, los cocineros llamaron a los comensales de la casa, los mandaron llamar al comedor.

—Hola, querida, buenos días —saludó el padre a su esposa, depositando un beso en su mejilla.

—Buenos días, mi amor, ¿Qué tal dormiste?

—Excelente, gracias.

—Bueno, ya está el desayuno en la mesa, siéntate.

—Claro.

El señor Bernal se sentó en su respectivo lugar y tomó un sorbo de su amargo café negro. Después, Trollino también entró al comedor.

—Hola, Trolli —habló Mike ofreciéndole una silla.

—Hola, Mike, me parece que ya nos habíamos visto en la mañana.

—Si, si, ya siéntate —dejó la silla para él sentarse en otra.

—Por cierto, Mike, ¿Cómo te fue? —preguntó su padre.

—B-bien, supongo.

—¿Por qué supones?

—Porque... No recuerdo nada de ayer.

—¡Ja! Las primeras borracheras, tranquilo, está bien.

—¿Gracias? —se extrañó pero agarró su vaso de jugo y bebió un poco.

Trollino hizo lo mismo viendo al padre de su amigo y a su amigo. El padre notó la mirada del pelinegro y cuestionó.

—¿Qué pasa, Javier?

—N-nada, señor, solo veía como se lleva con su hijo —dijo viendo nuevamente al rubio.

—Ahh, jaja, pues no tengo razón para llevarme mal con él. Tiene excelentes calificaciones, no se mete en problemas, es educado y también es bastante responsable. No es como que haya hecho una tontería en la fiesta, ¿O si? —viendo a ambos.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora