LXVII

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Por fuera de la habitación, Daniela se encontró con Carlos y platicaron un poco.

—¡Flex! Je, ¿Qué haces aquí? —inquirió ella sonriendo.

—Pues recuerda que estoy estudiando para ser enfermero y aquí realizo mi servicio social —respondió—. Oye, escuché que Ari despertó al fin.

—Sí —asintió, aumentando su alegría—. Dejé que Mike pasara primero porque era el más afectado en todo esto.

—Claro. A mí me toca asistirlo junto con otras dos enfermeras, así que te puedo asegurar que está en buenas manos, Ela.

—Gracias.

—¡TODO ESTO ES MI MALDITA CULPA! —se escuchó desde dentro del cuarto.

—¿Ese fue Mike? —dudó la pelicastaña.

Ambos amigos se vieron entre sí para luego ingresar rápidamente. Ahí observaron como el rubio se volvía loco, golpeando las paredes, a sí mismo, gritando y jalándose el cabello mientras se movía muy brusco. En su cama estaba el psicólogo bastante asustado, sin saber cómo ayudar.

El peliazul de inmediato le habló a sus compañeros para que trataran a Miguel. Cuando entró el personal, sedaron al chico y lo llevaron a otro dormitorio del hospital.

Todos se fueron, quedando únicamente la de ojos verdes con el castaño.

—Elita, ¿Qué pasó? —preguntó el mayor a la otra—. ¿Por qué él estaba tan alterado?

—No lo sé, Ari —lo miró—. ¿Qué le dijiste?

—Nada malo —contestó.

—¿Seguro?

—Bueno, le dije que no lo recordaba, pero es la verdad.

—Espera... ¿No te acuerdas de Mike? —enunció preocupada.

—¿Así se llama? Tiene bonito nombre y se parece un poco a Jayden. Por cierto, ¿Dónde está él?

—Ow —expresó un tanto nerviosa—, mira, voy a responder todas tus dudas, aunque antes necesito ir a hablar con un doctor. Ya vuelvo.

Dicho eso, la menor salió corriendo de ahí y estuvo buscando al médico hasta que se topó frente a frente con este.

—Ay —se quejó el especialista—. Señorita, está prohibido correr por los pasillos —regañó.

—Lo sé y lo siento, solo que quiero preguntarle por el paciente que acaba de despertar del coma; Ari Coronel Vera.

—Oh, sí —revisó unos documentos en sus manos—. ¿Qué es usted del señor?

—Mmm, una amiga, nada más.

—¿En serio? Bueno, el señor Coronel abrió los ojos sin saber ningún dato suyo, ni cómo ocurrió el accidente. Es lo que se denomina amnesia¹.

Daniela tapó su boca con ambas manos en símbolo de sorpresa y al mismo tiempo, sus lágrimas se hicieron notar.

—Lamento lo ocurrido, señorita —intentó consolarla—, pero todavía pueden ayudarlo a que recupere la memoria.

—¿D-de verdad? —titubeó esperanzada.

—Por supuesto —sonrió—. No obstante, es recomendable que la información se la expliquen poco a poco y no de golpe, ya que podría confundirlo más que orientarlo.

—B-bien —sollozó Ela—. Gracias, doctor —devolvió la sonrisa.

Con este nuevo "tratamiento", la de ojos verdes volvió con su amigo, sin saber que la madre de este ya se encontraba allí.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora