LVI

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Antes de pasar con Lillian, Mike tenía que pasar por su Universidad, a recuperar los tantos trabajos que no hizo al estar hospitalizado.

Igualmente, tendría que hablar con Ela.

A la hora de la entrada, existió un tiempo libre, ya que los maestros de los estudiantes se encontraban en una reunión, entonces eso le daba algo de tiempo a seguir completando sus actividades, mientras su amiga lo acompañaba.

—No parece ser tanto, Mike —opinó la de cabello castaño—. Igual y acabas para antes del descanso.

—Mmm, no lo sé —contestó revisando su celular con las fotos de sus trabajos—. También tengo que entender que estoy haciendo, no solo copiar.

—Oye... ¿C-cómo sigue Ari? —preguntó ella.

—Mal, Elita... M-muy mal —dijo al borde de las lágrimas.

—¿Qué tanto?

—Ari está en coma —agregó— y los doctores no saben cuando despertará... O mínimo si lo hará.

—Agh —se quejó y salieron gotas saladas de sus ojos—, ese accidente estuvo horrible —sollozó.

—S-sí. Odio que el único que saliera "ileso" fuera yo.

—Yo no lo odio —soltó una risa la de ojos verdes—, porque al menos tengo a mi amigo conmigo —declaró y lo abrazó.

El de ojos grises correspondió y también lloró; quería pensar por el momento que Daniela no lo odiaría, que era la única persona que lo entendería.

Por la situación, Miguel también le dió un pequeño beso a su amiga en la cabeza y después se separaron.

—Apresúrate ya —mencionó ella limpiando sus lágrimas—, así no tendrás tanto trabajo y más tiempo libre.

—Preferiría tener algo en que mantener mi mente ocupada —aclaró el otro—. Estos días sin Ari son una maldita agonía.

—¿Y si vamos a verlo? D-digo... No creo que nos nieguen la entrada —sugirió ella.

—No, no nos la pueden negar, pero no me gusta estar ahí.

—Lo entiendo, Mike —colocó una de sus manos en hombro ajeno—, pero sí quiero ir a verlo.

Miguel suspiró.

—¿Por qué Andrés y tú me hacen esto? —inquirió en tono cansado.

—¿Andrés? ¿De quién me hablas?

—Oh, del primo de Ari —se dió la información—. Él también me pidió que lo llevara a ver a su familiar.

—¿¡Andy está aquí!? —se emocionó Ela.

—¿Andy? —repitió—. ¿Lo conoces?

—¡Claro! —sonrió ampliamente—. Solo que con sus estudios y trabajo, normalmente no responde mis mensajes o llamadas.

—¡Que va! Tú ya te llevas bien con toda su familia... ¡Y a mí no me tolera! —gritó el de ojos grises, molesto.

—¿Será porque eres novio de alguien que te dobla la edad? —contestó dudando con incredulidad.

—¿Eso qué? Peor sería si no fuera legal.

—No sé si Andy te lo dijo, pero él quería más a Jayden como un primo —comentó la pelicastaña—. Quizá siga resentido porque eso no pasó.

—Carajo —rechistó Mike—, mejor sí me hubiera quedado en el hospital o me hubiera muerto; a nadie le hago feliz la vida.

Dicho aquellas crueles palabras, el rubio se levantó de donde estaba con su amiga y se fue al baño, donde pensó que podría desahogarse sin que nadie lo oyera, también encerrándose en un cubículo.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora