XIV

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Al parecer, la noticia fue impactante, pero a la vez conmovedora, tanto, que los padres de Mike estaban abrazándolo y la Sra. Montes lloraba de alegría. Tal vez el miedo del rubio solo fue una exageración, pues no le habían gritado ni regañado.

O así pasó en una corta película imaginativa de Mike.

El padre arremetió contra su hijo, dándole una fuerte cachetada y su rostro reflejaba el enojo mezclado con la decepción. Su madre solo estaba expectante e inmóvil, pues no podía contestar a su marido mientras estaba así.

—¿¡Cómo te atreves a decir semejante idiotez, Miguel!? ¿¡CÓMO!? —gritó el Sr. Bernal alzando nuevamente la mano; quería darle otro golpe.

El menor no podía decir nada, dado que sobaba su mejilla, se le cortaba la voz y las lágrimas no tardaron en salir de sus ojos grises.

—¡MIGUEL! ¡TE ESTOY HABLANDO! CONTÉSTAME CUANDO TE HABLO —siguió regañando el padre.

—¡Ya déjalo, Esteban! —exclamó la Sra. Montes tratando de calmar a su marido—. L-lo estás asustando, y-ya para.

La mujer se había levantado del sillón y agarrado a su cónyuge del brazo, haciendo que la mirara.

—E-esta no es la manera, cálmate, por favor.

—¿¡ENTONCES CUÁL ES LA MANERA!? SIEMPRE LO HEMOS TRATADO CON CARIÑO, SIN GOLPES, SIN REGAÑOS, ¡Y ESTO ES LO QUE CONSEGUIMOS! UN POCO HOMBRE.

—Que sea homosexual no quiere decir que sea menos hombre que tú o que alguien más, p-por favor... Para.

—No —renegó el mayor—, no quiero que después este asunto pase a mayores.

—¡VE EN LA CONDICIÓN QUE ESTÁ TU HIJO! ¿¡NO TE DA COMPASIÓN VERLO ASÍ!? ¿¡TAN INDEFENSO!?

—PRECISAMENTE PORQUE ES INDEFENSO, ES PORQUE SE VOLTEÓ PARA OTRO LADO.

—¡ÉL NO SE VOLTEÓ PARA NINGÚN LADO! ¡ÉL ES ASÍ! ¡ES TU HIJO!

—YO NO TENGO HIJO —dijo como último.

Mike y la Sra. Montes se quedaron paralizados ante eso. Sinceramente, el menor no se esperaba una respuesta así de su padre, de la persona que ha cuidado tantos años de él, de la persona que le ha enseñado tantas cosas. Se sentía traicionado y roto.

El rubio no tenía movilidad, o más bien, no mucha. Él agarró su silla de ruedas, como pudo subió y empezó a empujarse hasta el jardín, sin dirigir palabra ni mirada con nadie.

—Espero estés contento. Has quebrado la confianza de tu hijo, le has quitado su alegría. Gracias —extendió la madre con tono triste, para después irse a su habitación.

El Sr. Bernal salió de su casa y en los próximos días, todo se volvería un ambiente bastante tenso.

En la noche, Mike ya estaba enredado en sus cobijas a punto de dormir, pero su progenitora irrumpió abriendo levemente la puerta y asomando su cabeza.

—¿Miguel? ¿Mi niño? ¿Y-ya te dormiste?

—No —contestó y suspiró—. ¿Qué pasó, mamá?

—Quería... Hablar contigo sobre lo de tu padre.

—No tenemos porque hablar de eso, e-es un mal recuerdo para mí, ¿Si?

—Lo entiendo, Miguel, pero... Sabes que tu papá no quiso decir eso.

—¿A no? ¿Entonces qué quiso decir? —cuestionó enojado ante la mentira.

—Ehh, no me pongas de este modo, Mike, no es fácil apoyarte y apoyar a tu papá.

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora