XLIV

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Flashback. Edad de Ari: 18 años.

Narrador
-Ari-

Esto ocurrió justo un tiempo antes de irme a estudiar al extranjero, solo que no se los había dicho; lo iba a comentar ese día.
Además, era también mi cumpleaños número 18.

En todo el día, mi padre estuvo organizándome una fiesta y al llegar la hora, puedo decirte que me la pasé bien.
Mi madre aún no me había dado un regalo, pero el que me presentó después... Fue un disgusto enorme.

De la nada, estaba una mujer que no conocía en la sala de mi casa y no iba vestida de una manera que me provocara confianza.

¿Hola? ¿Quién es usted? —cuestioné algo nervioso.

—Bueno, me han invitado a tu cumpleaños y no pude negarme al saber que... Eres un muchacho tan guapo~. —me contestó.

He de decir que ya estaba grande la señora para mi edad; ella se veía como de 28 o 30 años.

—¿Gracias? E-es un buen cumplido, ¿Pero qué hace aquí? Y-yo no la conozco.

—Solo vine a darte tu regalo de cumpleaños~. Felices 18.

Cuando dijo eso, inmediatamente se aventó a abrazarme y aprisionado, solo la ví hacia abajo, asustado.

—¿¡Qué hace!? ¿Q-qué...?

—No digas nada; déjate llevar por el momento —me interrumpió.

—¡No! ¡NO!

No estoy orgulloso de lo que le hice después.

Tuve que pellizcarla, "accidentalmente" pisarla y empujarla para que se soltara de mí. Al recuperar su postura, pregunté de manera amable de nuevo:

—Por última vez, ¿Cómo entraste?

—Estaba abierto —respondió ingenua.

—¿Y quién te dijo que yo vivía aquí? Alguien te tuvo que ayudar —supuse—. Además, ¿No tienes frío? Tápate —me quité mi suéter e intenté ponérselo.

—A ver —se apartó—, tú no me vas a decir como me tengo que vestir.

—¡Sí y a mí ninguna mujer me va a dar ningún tipo de regalo!

—Entonces haz el reclamo a tu mamá —la señaló con la cabeza y mirada desde las escaleras.

Con un dolor profundo en el pecho, lentamente volteé a ver a aquella mujer que aún considero madre.

—¿En serio?

Ella se acercó algo así con una mueca de desaprobación en su rostro.

—¿¡Cuándo vas a dejar de meterte con mis gustos!? —le reclamé gritando—. O sea, ¿Qué tienes en la cabeza? ¿¡Por qué no me respetas!?

De la nada, entró mi papá a la sala.

—¿Qué son esos gritos? —preguntó él y vió a la mujer—. ¿Me pueden explicar qué está pasando?

Mi Psicólogo (Mikerap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora