-¡Minho! ¡Detente!
-Me detendré hasta que este hijo de puta se disculpe con mamá.
-¡No podrá disculparse si sigues dejándolo como la mierda!
Tenía razón.
Se quedó mirando por un rato la obra de arte que había creado. Otra de sus tantas esculturas nacidas a base de su ira recién explotada. La cara del fulano estaba muy abotagada. Era completamente seguro que al día siguiente se convertiría en una masa llena de hematomas ardientes. E iban a ser necesarias unas cuantas puntadas en la ceja, junto a un buen ungüento para la boca partida.
Los fluidos continuaban cayendo al suelo y sólo lograban darle un aspecto asquerosamente brutal. Minho estuvo a punto de sentir el remordimiento de sus actos, pero su ira sólo terminaba aumentando más cuando recordaba aquella escena del tipo que llamaba "idiota" a su madre.
Los fornidos y enormes brazos de Changbin le rodearon justo por debajo de sus axilas, impidiéndole tener la libertad de moverse y volver a golpear a la presunta víctima. Con una poca de su fuerza lo elevó y lo alejó finalmente del magullado cuerpo que yacía inconsciente en el pavimento. Unos sollozos débiles llegaron hasta sus oídos y los flojos quejidos le hicieron saber que el desconocido aún estaba vivo.
Minho le había jodido la consciencia en un momento y lo confirmó cuando el moribundo abrió los ojos de manera batallosa, recorriendo todo su rededor con la mirada, tratando de recuperar un poco de la noción de las cosas.
Un momento después, la policía hizo acto de presencia por cortesía de la llamada que minutos antes realizó una vieja empleada del edificio frente a ellos. Entonces el joven violento se sintió abrumado cuando las miradas aterradas comenzaron a hostigarlo. Según su criterio, todos esos ojos juzgadores eran como gritos mudos que le etiquetaban bajo el título de monstruo.
Se sentía mareado y cuando menos lo pensó, ya se encontraba dentro de la patrulla. Tenía presente en la cabeza el cómo Chan se encargaba arduamente de persuadir al oficial para que no se lo llevaran, aunque al final no haya logrado su cometido, Minho estaba agradecido por el esfuerzo de su mejor amigo.
A lo largo del trayecto, el pelinegro fue receptor de varias miradas por parte del conductor, a través del retrovisor. Su pareja, por otro lado, sólo dejaba comentarios sueltos sobre la pesada rutina matutina en ese día. Las claves en la radio resonaban como fondo armonizador y el joven ya se sentía tan familiarizado con ello, que en unos pocos días más era seguro que sabría comunicarse perfectamente bajo el lenguaje policial.
Un rato más tarde, el auto por fin se detuvo, dejando ver que habían llegado a su destino. Bajaron del auto en un silencio vacío. Y bajo la supervisión de los oficiales, Minho entró a la comisaría, siguiendo la misma ruta de un ya conocido camino hasta llegar a las oficinas.
Tan pronto como pisó aquella sección, sus ojos encontraron con un joven oficial muy conocido. Los mismos hombres de antes le guiaron hasta la mesa de aquel cubículo del hombre famoso y la angustia comenzó a crecer dentro de Minho cuando los ojos ajenos se posaron sobre él.
-Que sorpresa verte por aquí Minho, ¿fue igual o peor? -preguntó, indicándole el asiento vacío frente a su mesa.
-El pobre diablo no podía ni respirar -contestó el conductor de la patrulla, claramente refiriéndose a la "víctima".
El pelinegro mayor tomó el teléfono mientras negaba, expresando su decepción. Minho se dispuso a repasar con la mirada cada rincón de esa habitación. Escuchaba lejanos los balbuceos del hombre que se encontraba aún en su llamada. Dedujo que había sido detenido en la hora de la comida por la poca asistencia de los demás oficiales y también notó la remodelación de algunos de los muebles que habían sido cambiados por otros más nuevos.
ESTÁS LEYENDO
SAVE ME || LEE KNOW
FanfictionLee Minho tiene problemas. Kang Mi-suk tiene problemas. Ambos se vuelven inseparables. "Me enamoré de una basura". "Me enamoré de una mierda". ⚠️La siguiente novela presenta temas delicados para algunas personas, tales como: tendencias suicidas, tr...