15.

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Una semana pasó después de aquél berrinche —como lo llamó su padre—. La situación entre padre e hijo, aún no mostraba mejorías. Breves miradas y palabras fugaces se convirtieron en el pan de cada día dentro de la familia Lee y por más que su madre quiso remediar el asunto, esta vez se veía más complicado.

Por otro lado, las vacaciones se veían más cercanas y los exámenes casi podían sentirse entre sus dedos. Aún así, todos esperaban con gusto aquel deseoso descanso bien merecido. Además, eran las fiestas navideñas lo que motivaban más al aprendizaje de los jóvenes.

Ese día frío había sido meramente normal, sólo con el pequeño detalle de que Minho había sido testigo de la primera nevada en compañía del hombre de la basura. De ahí en más, el día pasaba con tranquilidad en las clases.

—Minho, Mi-suk.

Los aludidos se miraron y miraron a la profesora frente a ellos. Ya la mayoría de los alumnos se habían ido y los nervios explotaron cuando escucharon su suspiro.

—¿Pasó algo, profesora? —indagó la azabache.

—Mi-suk, tus calificaciones en mi materia son desalentadoras, a este paso terminarás reprobando mi materia —señaló—. Sé que eres alguien inteligente, así que te daré una oportunidad —miró a Minho—. Serás su tutor de ahora en adelante, veo que son unidos así que creo que no habrá mucho problema, ¿o si?

—No, profesora, seré el tutor de Mi-suk —aceptó el menor.

—Gracias, por favor, no me decepciones.

La mujer se despidió y los otros dos volvieron a mirarse. Mi-suk estaba visiblemente preocupada y Minho sólo pudo optar por acariciar su coronilla.

—Todo estará bien —aseguró.

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Minho se encargó de hablar con los padres de su compañera y Mi-suk con los padres del azabache. Aunque al principio le fue difícil por la actitud inaccesible del Lee mayor, Mi-suk terminó haciendo un trato donde le aseguraba que su hijo no presentaría ataques de ira por esa semana y por muy inocente que sonaba aquella propuesta, logró convencerlo. Una vez la situación estuvo bajo control, las reuniones dieron inicio.

Minho y Mi-suk se encontraban en la habitación de la chica, con la puerta abierta. Llevaban un par de horas estancados con el mismo problema. La pelinegra casi estaba cuestionando hasta la existencia de sus personas. Minho se sorprendió de sí mismo por la paciencia enorme que tuvo en todo ese rato. Pero era más por los pucheros desesperados que le mostraba su compañera cada que no lograba entender.

Finalmente, decidió cambiar de táctica, tomó una de las hojas en la mesa y la acercó a la pelinegra, llamando su atención.

—Intenta con estos, te prometo que terminamos si obtienes cinco aciertos —propuso.

Mi-suk le miró vacilante, viajando la mirada de la hoja hacia él, pensando en los posibles resultados que tendría al no acertar ninguno de los problemas, sabía que apestaba con las matemáticas, así que intentó buscar una motivación.

—¿Qué obtendría si consigo sacarlas todas?

—Lo que desees —respondió con simpleza, encogiéndose en hombros.

—Bah, no es justo.

—¿Por qué?

—No podré obtenerlo porque tenemos la puerta abierta.

Los ojos de Minho casi salieron de sus órbitas. La malicia de la pelinegra se desvaneció apenas la carcajada salió de su garganta, siendo testigo del sonrojo claro en las mejillas de su mayor. Se detuvo poco a poco, recobrando la calma mientras daba respiraciones profundas en el proceso.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora