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Fue terrible. La sensación que la ahogó al verlos fue la peor que había sentido en toda su vida. Primero decidió visitar al castaño, se encontró con su madre y su hermana y se presentó formalmente, diciéndoles que él es un buen amigo para ella. Después de ofrecer su empatía, se dirigió a la habitación que inevitablemente le estaba haciendo entrar en pánico. Rosé tuvo que tomarle la mano y calmarla para que no terminara ocupando una nueva habitación del hospital.

Su corazón se partió cuando lo vio postrado en la cama con el aparato en el rostro que le ayudaba a respirar de mejor manera. Él estaba tan quieto y en silencio que parecía estar en un sueño profundo. Mi-suk se encontró luego con un par de miradas ajenas y finalmente las tres mujeres se reunían en un abrazo que –de alguna manera– logró tranquilizarlas.

Los días pasaban sin misericordia. El menor de los Lee no quería despertar, pero parecía que tampoco quería optar por el eterno descanso y eso eventualmente se volvió angustiante. Jisoo, Suni y Mi-suk no se alejaron de él o al menos Jisoo y Mi-suk lo intentaron, pues ellas debían atender su trabajo y sus estudios respectivamente.

Mi-suk seguía sin volver a casa y continuó quedándose con Rosé. Sólo se mantenía en contacto con ellos por medio de Hyunjin. Aún así, no quería volver a verlos hasta que la policía haya hecho su trabajo con la intrusa que se había infiltrado en su hogar.

La situación en la universidad fue un tanto extraña. Mi-suk regresaba de un descanso por intento de suicidio y justo volvía días después de que su exnovio también cometiera la misma intención. La extranjera tuvo que agradecer que Rosé le dijera antes sobre el accidente de Minho, pues la falta de filtros por parte del alumnado era impresionante. Aún seguía sorprendida por la manera tan madura de sus siete amigos para sobrellevar el asunto.

Mi-suk no pudo evitar morirse de celos y pasar disgustos cuando se enteró de que Soyeon había estado presentándose en el hospital por cortos momentos y que esta había logrado llevarse bien con la Señora Lee. Indudablemente, se volvió incómoda la presencia de ambas a pesar de que una ignoraba a la otra y viceversa.

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Ese martes era un día hermoso, un colorido azul se asomaba en el cielo en compañía de una cuantas escasas nubes. La jornada estudiantil terminaba y ahora todo el alumnado volvían a sus hogares. Mi-suk se despidió de los chicos y ahora iba en compañía de Hyunjin hacia la oficina de Jisoo para que pudieran ir juntas al hospital. Tan sólo habían sido cuestión de un par de días para que se volviera parte de su rutina diaria.

—¡Mi-suk!

La nombrada se detuvo, girándose en el mismo instante. No le dio permiso a detectar a la persona porque este ya se encontraba abrazándola.

—Moka.

—¿En dónde has estado, bestia?

—Lo siento, me he estado poniendo a la par de la clase, ¿sucede algo?

—Sucede que me armé de valor y fui a visitarte, pero solamente recibí la noticia de que la ingrata hija abandonó su hogar.

—Oh, sí, Hyunjin me ayudó —agregó, señalando al chico a su lado—. Eh, ¿recuerdas a la señora Smith?

—Sí, ¿qué pasa con esa perra?

—Está viviendo en mi casa y volvió a darme esas pastillas.

Hyunjin se hizo testigo de las pupilas oscuras del castaño frente a él. Éste borró todo signo de vacilo y ahora su rostro no era más que un increíble retrato de apatía y furia. Dedicó una pequeña reverencia hacia el más alto y terminó llevándose a Mi-suk a unos pocos metros de distancia, claramente evitando ser escuchado.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora