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El fin de semana llegó más rápido de lo esperado. Minho ni siquiera se dio cuenta de en qué momento ocurrió, ni cómo es que ya estaban llegando a la isla.

El camino había sido silencioso. Por más que la pareja intentó formular una plática, no se pudo, el azabache no accedió. Iba lo suficientemente perdido en la negrura de sus pensamientos como para mantener el hilo de una charla casual.

Afortunadamente, el día era hermoso. Un buen celaje, acompañado de una fresca brisa del medio día. Jisoo no podía pedir más y agradecía infinitamente a su tía por la idea planteada. Miraron a través de la ventana la casa alquilada en la que se quedarían por esos tres días.

-Llegamos -avisó Jin, cuando detuvo el auto.

El interior se quedó en completo silencio. Inicialmente porque el matrimonio esperaba un comentario positivo por parte del menor, pero como ya era de saberse, su voz no se escuchó.

Minho tomó su mochila, listo para bajar del auto. Se sentía cansado y necesitaba urgentemente irse a dormir. Así que agarró el pomo de la puerta con intenciones de salir del carro.

-Conejo.

La voz de la mayor le detuvo. Soltó la manija y llevó la mirada a uno de los espejos, mirándole a los ojos en espera de sus palabras.

-Este viaje es mayormente para ti, así que no te encierres y trata de divertirte, ¿si?

Minho suspiró, reforzó el agarre con su mochila, retomando su intento de abrir la puerta del auto.

-Claro... Voy a intentarlo -respondió, saliendo.

Jisoo sonrió, viendo la caminata del más joven. Sintió las caricias en su cabeza y se giró, topando la mirada de su esposo.

-Deja de atormentarte con eso.

-No puedo Jin, mi tía dijo que me nombró en una de sus pesadillas.

El castaño le sonrió con tristeza y la acercó para dejarle un beso. Pasó delicadamente la yema del pulgar en su mejilla, tranquilizando un poco la tensión.

-Volveremos con mejor ánimo a casa, lo prometo.

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No se sintió relajado ni tranquilo a pesar de haber dormido por horas. Una nueva mañana le saludó a través de la ventana y lo único que pasó por su cabeza fueron las grandes ganas de volver a tumbarse a dormir.

Se restregó los puños en los ojos, en busca de despabilarse y se levantó de la cama solamente cuando recordó en dónde se encontraba. Bajó a la primera planta, siendo testigo de los murmullos bajos que lo guiaron hasta la cocina.

-Buen día, conejo, ¿ya te cansaste de dormir?

-Buenos días -respondió amodorrado.

Se sentó en un taburete de la barra y se recostó sobre sus brazos, observando con atención al matrimonio frente a él.

-Iremos a la playa luego del desayuno -informó el mayor.

-Cuídense.

-Tú irás con nosotros.

El azabache rodó los ojos, mostrándose fastidiado, entonces entendió que no tenía probabilidades de ganar una discusión.

Los mayores terminaron la preparación del almuerzo y se sentaron junto al menor, comenzando así con el silencioso desayuno. Fingió encontrar más interesante lo que fuera que estuviera viendo en su teléfono, evitando a toda costa terminar envuelto en una plática con los dos mayores.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora