17.

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Minho había comenzado su rutina nueva en donde se dedicaba a acompañar a Jin al gimnasio de la comisaría como castigo, pero ese día en especial el azabache debía juntarse con el jefe Jeon para ver sus avances. Si bien, ya lo había visitado muchas veces, era esa la primera vez que sentía el nerviosismo en su cuerpo.

El pasillo se había alargado con cada paso y el aire pesado al entrar a la oficina, no mejoraron en lo absoluto a su interior. Jin lo había dejado solo por órdenes del jefe, así que no pudo rogarle por su compañía. Un par de minutos más tarde, los taconcillos resonaron en lo más profundo de sus oídos. El sonido bajo de la manija moviéndose le erizó la piel y finalmente, el cabecilla se hizo presente.

—Hola, Lee, me alegra verte y no recibir quejas tuyas.

—Gracias, yo también me alegro de no verlo molesto, señor Jeon.

El hombre le sonrió amable y sacó de la carpeta una pequeña boleta. La miró por unos segundos y levantó la mirada con la misma mueca en el rostro.

—Hablé con tu tutora y me dijo que no has presentado conductas agresivas, ¿puedes hablarme de ello?

El menor asintió ante ello y comenzó a contarle de su día a día. Una de las condiciones del trato, era que Minho se juntaría con el jefe Jeon y le contaría de los cambios que llegara a notar al paso del tiempo durante el lapso de su castigo. Al principio, Minho lo vio como una patética idea sin embargo, se sintió calmado y confiado cuando el contrario le prestó toda la atención. El mayor escribió notas sin perder detalle de las palabras sueltas, sin interrumpirlo en ningún momento.

—¿Qué hay de tu padre? Jin me dijo que peleaste con él.

Asintió bajando la mirada. La relación con su padre no había mejorado, de hecho, podria decir que comenzaba a deteriorarse más. Las obligaciones de la universidad y el castigo lo habían mantenido fuera de casa la mayor parte del tiempo, así que era un poco difícil para él poder conversar o ver a su padre adecuadamente.

Al escucharlo, el hombre mayor decidió tomar el asunto en otro momento, así que simplemente dedicó una nueva sonrisa suave y suspiró.

—Bien, espero que las siguientes citas continúen trayendo resultados asertivos, por ahora te dejaré ir, sabes que cuentas conmigo, Lee.

Minho asintió, se levantó de su asiento y dedicó una reverencia.

—Prometo no defraudarlo, señor Jeon.

El otro asintió y con ello, Minho comenzó su marcha fuera de la oficina. Se sintió tonto, pensando que todo eso resultaría como una ridícula reunión de regaños, no obstante, se volvió a equivocar. Desde el primer día las cosas eran tranquilas, claro, algunas veces tuvo que reponer y arreglar las gotas del gimnasio debido a su entusiasmo en el entrenamiento. Sin quererlo o pensarlo, Minho estaba haciéndose de conocidos y amistades dentro del lugar. Y gustaba de estar protegido bajo la ala de Jin, aunque no podía estar tan seguro una vez que su familiar no aparecía, pues los demás oficiales se las ingeniaban para bromear y jugar con él.

Su cabeza dejó de traer pensamientos vagos cuando sintió el golpe brusco del viento helado contra su rostro hasta el punto de sentirse entumido. A los lejos divisó el auto de Jin y corrió hacia este en busca de un refugio. Se encerró y paseó los ojos por el escenario blanco que se asomaba en el exterior. Dedujo que la comisaría en ese estado tan calmoso hacía que todo Corea fuera pacífico. Pero el recuerdo amargo de la llegada de una chica golpeada le hizo recordar la completa y fea realidad.

El silencio del auto se vio extinto cuando su teléfono comenzó a sonar, avisando la entrada de una llamada. Automáticamente una sonrisa se dibujó en sus labios cuando leyó el nombre del contacto. Se aclaró la garganta y luego descolgó.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora