57.

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El sol seguía en su misma posición desde el primer día. No había noción del tiempo y tampoco se veía necesario. El clima era helado, como el de un día nevado. La paz y la calma eran los que reinaban en ese sitio. Casi, casi rozaba el sueño de un paraíso.

Había libertad. Había felicidad. La inexistencia de la humanidad era el punto máximo de fascinación en ese clase de empíreo. Y aquello lo pudieron bien comprobar los únicos dos seres existentes ahí.

Lisa y Minho no descansaron, no recordaron lo que era dormir, ni tampoco se acordaron del agotamiento. Todo el tiempo estaban llenos de energía, energía misma que usaron para recorrer cada sitio en Seúl, cada restaurante, cada tienda, cada parque.

Vivieron y experimentaron cosas que no habían logrado hacer en la realidad. Bailaron y rieron mucho más de lo que alguna vez lo hicieron cuando estaban entre la humanidad.

Por supuesto, su amor creció más. Tuvieron citas, jugaron a casarse y hasta formaron una familia imaginaria. Minho al fin vivía el romance adolescente que tanto deseó, con la persona que más anhelaba. Literalmente, ambos eran los dueños de ese mundo, no podían pedir más.

No era posible...

—¿En qué piensas?

—¿Eh?

Lisa ladeó la cabeza, despejando el cabello largo de su compañero. Esbozó una corta sonrisa y luego le dejó un pequeño beso en los labios.

—Has estado muy distraído, ¿no te gusta la playa?

Minho miró al frente suyo. El mar relucía azul, bajo un hermoso brillo cristalino causado por el sol. Llevó la mirada a su brazo, dándose cuenta que su piel seguía pálida y no había rastro alguno de calidez.

Entonces se dio que cuenta que a pesar de todo, estaba comenzando a extrañar su otra realidad. Aquella en donde tenía que ponerse protector solar para no terminar llorando porque se quemó, aquella en donde se podía conocer a más gente, aquella donde sentía las mariposas en su estómago o en donde su pecho golpeteaba con cada emoción. Realmente estaba echando de menos esas sensaciones.

—Me gusta la playa Lili, me gusta tu compañía, pero comienzo a hartarme de esto.

—¿Por qué hasta ahora?

—Porque acabo de darme cuenta de que en realidad no quería irme de ahí —respondió—. Todo es increíble aquí, no lo niego, pero... no me siento completamente tranquilo.

—¿Estás seguro de eso? Quiero decir, todo aquí es más hermoso que en la realidad, aquí no hemos llorado ni un día desde que llegamos, somos libres y felices —expresó la castaña en un tono dulce y suave—. Ahora que llegaste, todo es mucho más increíble, como siempre lo deseamos.

—Lili...

La nombrada se levantó de la arena, sentándose sobre sus pantorrillas, sin dejar de mirarlo. Sus ceño se frunció y un pequeño puchero se hizo presente en su rostro.

—Aquí está la calma que tanto buscamos, la que deseaste desde que tuviste tu primera explosión... ¿de verdad te estás arrepintiendo?

Minho se levantó de igual manera, sentándose con las piernas dobladas. Extendió uno de sus brazos y lo llevó hasta el rostro de la ajena, despejando su oído al llevar el mechón detrás del mismo, luego acarició su mejilla, dándose cuenta que ella también rozaba las temperaturas bajas en su cuerpo.

—No sé qué hacer, Lili, es verdad que  me siento ahogado en ese lugar, pero ahora que lo pienso, fue muy precipitado, puedo decir que incluso fui inmaduro.

—Tal vez lo piensas de esa manera, pero era lo que más deseabas en el fondo de tu corazón... Min, te has pasado llorando mi partida desde ese día, estamos juntos ahora, en un lugar tranquilo donde no hay más sufrimiento, ¿no es eso suficiente? —insistió.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora