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La noticia había sido silenciada gracias a la influencia de Hanna, que con gran madurez supo manejar la situación. Un par de billetes gordos y el uso de sus contactos fueron los ingredientes necesarios para que todo aquel suceso se desvaneciera de las mentes ajenas. Le prometió a Mi-suk que no diría palabra alguna de lo sucedido a sus padres, pues su madre aún estaba sensible ante la noticia de Moka y cuando llegaron a casa, se convirtió en testigo de las palabras hirientes que probablemente orillaron a su hermana menor a hacerlo.

El rencor creciente de Mi-suk con su madre desató una enorme tensión que solamente hacía incómoda la estadía de quien sea que estuviera en el hogar. Para desgracia de la familia, la noticia de su participación para una entrevista los escandalizó a todos. Como siempre, debían prepararse para aparentar ser la familia perfecta, aunque ahora ambos padres se sentían ansiosos por la manera en la que actuaría su hija menor luego de aquella fractura con una de las cabecillas de la familia.

El amanecer fue sombrío, quedándose así incluso ya entrada la tarde. Las Kang estaban de visita en la tienda de ropa, listas para escoger el vestido que llevarían puesto. Habría de suponerse que esa era una buena actividad de acercamiento entre hijas y madre, pero con la situación en la que se encontraban, hasta un tonto sabría que todo acabaría mal. Hannah tuvo que intervenir en varias ocasiones para que la mayor no terminara insultando a Mi-suk. Debido a ello, comenzó a sentirse cansada. Tenía sus propios asuntos con su negocio y lo único que quería en ese momento era irse a casa y dormir un rato, mas no podía, debía quedarse con las ganas porque su hermana menor llevaba la enorme luz roja encima de la cabeza y esta amenazaba con hacer cosas horribles en cualquier momento, con cualquier pequeño tropiezo que active nuevamente sus deseos suicidas.

-Pruébate este -sugirió la mayor a la menor, ofreciendo el vestido que pescó.

Mi-suk vio el vestido, sintiéndose ofendida cuando vio el escote pronunciado y las pequeñas transparencias a los costados. Esa era la sutil y cruel manera de seguir demostrando su descontento hacia su hija.

-No, gracias.

-Es una orden.

-Mamá, no es bueno dar de que hablar en este momento -sugirió Hannah, acercándose a su madre.

-¿Crees que me importa, Hannah? A tu hermana parece no importarle volver a verse con ese ser despreciable, ¿por qué ahora sí le importaría que todos vieran su cuerpo?

Ahí estaba de nuevo, el veneno ardiente que seguía escupiendo con cada palabra emitida. Mi-suk se acercó a su madre, encarándola sin una pizca de temor. La miró a los ojos, dándose cuenta de la oscuridad de los mismos, cosa que le hizo decaer más.

-Puedes irte a la mierda, madre, yo tampoco me alegro mucho de ser tu hija -masculló.

Se giró sobre sus talones con el corazón hecho trizas y salió del local hecha una furia. Ignoró por completo que iban en compañía del chófer y se siguió hasta la salida. El frío del ambiente la hizo temblar, mas no fue lo suficientemente fuerte como para hacerla retractarse. Ni siquiera entendía porqué se sentía tan decepcionada, si realmente su madre siempre fue así de dura con ella. En sí, el cambio de su actitud había sido solamente producto de su interés por la opinión pública. Para cuando Mi-suk intentó matarse por primera vez, el estatus de la familia estaba escalando y un escándalo de esa índole les terminaría costando mucho, por ello mismo trataron de cambiar su actitud para con su hija menor. No obstante, ahora podía darse cuenta de que solamente se trataba de una máscara y que en realidad, seguían siendo los mismos monstruos de siempre.

Pronto escuchó la tonada de su teléfono, lo tomó de su bolsillo y respondió al instante.

-Suk, ¿dónde estás? Vuelve.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora