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Estaba sensible.

Su piel se erizó apenas fue rozada por las puntas de los dedos ajenos. Intentó ver con detenimiento los ojos frente a ella, pero solamente fue capaz de ver una sombra oscura, producto de la ceguera de su excitación. Su cuerpo estaba siendo acariciado y besado con tanta dedicación y cuidado que comenzaba a perder el completo raciocinio.

El frío del ambiente no lograba perturbar el calor natural de ambos cuerpos que yacían unidos desde ya hace un rato. Un par de movimientos más tarde, sintió la contracción en su vientre, señal de la llegada al orgasmo.

Tomó el rostro sin identidad entre sus manos y seguidamente lo besó. Sus labios probaban los impropios con ímpetu, como si supiera que esa sería la última vez que los iba a probar.

-Te amo... Min -susurró.

Abrió los ojos y su pecho se oprimió al darse cuenta de que la persona con quién estaba no era Minho, sino Moka.

Se asustó e intentó alejarse y reclamar por aquello, pero de un momento a otro, despertó.

Su corazón estaba latiendo como loco y su respiración era excesivamente errónea. Parpadeó rápidamente hasta que pudo dar con la tenue iluminación de la calle en su habitación. Se tocó el pecho y comenzó a respirar profundo, tratando de calmarse.

Tanteó por todo el colchón hasta que finalmente, pudo dar con su teléfono. Encendió la pantalla y pudo darse cuenta de que sólo faltaban unos cuantos minutos antes de que sonara la alarma.

Se tocó la frente, sintiéndose mareada. Sus ojos estaban lagrimeando y un repentino dolor en el vientre la atacó, obligándola a encerrarse en el baño y vomitar.

La sensación de alivio la golpeó. De nuevo, volvió a sentir la satisfacción de una depuración aunque esta vez no había sido provocado. Se levantó del suelo, aún con la sensación en la garganta. Tiró de la cadena y seguidamente su puerta sonó.

-¿Estás despierta?

La voz de su hermana le acarició los oídos. Mi-suk respiró hondo y se acercó hasta su puerta para abrirla.

Hanna le sonrió apenas la vio y se adentró con ella, cerrando de nuevo la puerta a sus espaldas. Pero entonces sintió una punzada en el estómago cuando vio la luz del baño encendida y el desorden en el rostro de la menor.

-Mi-suk, tú...

No terminó de hablar cuando vio a la otra cubrirse la boca y correr hacia el baño. Se levantó rápidamente y se acercó a recogerle el cabello.

-Sácalo todo, respira -instruyó.

Paulatinamente, la calma llegó a Mi-suk y se quedó tendida en el suelo cuando el vacío se expandió en su estómago. Hanna se acercó a ella y la ayudó a limpiarse el rostro y a llevarla de nueva cuenta hasta su cama.

-¿Lo provocaste?

-No.

-Llamaré al doctor.

Hanna se levantó y tomó su teléfono, sin apartar la mirada de la rubia. Se veía pálida, con un semblante de muerta. Sus ojos estaban fijos en un punto muerto y sintió que su pecho se oprimía cuando sus miradas se toparon. A pesar de estar despierta, su cabeza se amodorró.

-Voy enseguida.

Hanna emitió un tarareo afirmativo y bajó de nuevo su teléfono, acercándose a la menor.

-Ya viene, hoy faltaré a la empresa y me quedaré contigo, ¿de acuerdo?

Mi-suk parpadeó, reaccionando a la palabras de su hermana. La miró en completo silencio y asintió.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora