3.

855 61 2
                                    

—Minho.

El aludido se giró ante el llamado y sintió un cúmulo de sensaciones en el cuerpo que no fueron para nada acogedores. Reverenció hacia la jefa de consejería estudiantil y caminó detrás suyo cuando esta le señaló que la siguiera. Sin embargo, para su mala suerte, aquel camino de diez minutos terminó por convertirse en uno de veinte porque la rubia mayor se vio constantemente llamada por algunos estudiantes y profesores en el camino.

A pesar de resultarle un fastidio, Minho se vio extrañando el ambiente externo, pues el silencio abrumador de los dos en la oficina se volvía sofocante con cada minuto que pasaba. El ruido de los tacones de la rubia tampoco eran reconfortantes, al contrario, estaban siendo un martirio en conjunto con la mirada espantosa de la mujer que caminaba de lado a lado. Al paso de unos cuantos minutos, finalmente la puerta fue tocada, provocando el revoloteo pasivo en el estómago del azabache que esperaba paciente.

—Adelante.

Un chico con anteojos se dejó ver cargando una carpeta. Minho pudo reconocerlo como el cachorro ayudante de la mayor. Este nomás entregó el encargo y dirigió una mirada genuinamente asustadiza al Lee para luego retirarse bajo el mismo silencio con el que llegó. Realmente a Minho no le habría preocupado la existencia de ese sujeto, pero ser el receptor de aquella mirada fue suficiente para hacerlo sentir culpable una vez más.

—Puedes quitar esa cara de susto, no voy a regañarte —aclaró.

—¿Qué es, entonces?

Se desesperó cuando no recibió respuesta alguna. Tragó la saliva acumulada en su boca y se tomó fuertemente el dedo, tratando de desviar su nerviosismo hasta que escuchó a la rubia aclarar la garganta cuando hubo cambiado de hoja.

—Te haré un recordatorio —ofreció, estirando los labios—. En lo que va del semestre escolar, el señor Park te ha mandado sentencias cinco veces, Lee... Esta, es la sexta —concluyó.

—Ya sabes que ese estúpido viejo me odia porque la idiota de su hija mintió diciendo que me había follado a Jennie cuando aún éramos novios —replicó, mostrándose molesto.

La mujer cerró con fuerza la carpeta rechoncha, provocando un eco incomodo. El menor respingó sobre su asiento y pudo notar como claramente era amenazado bajo la expectativa de un par de iris castaños.

—Cuida tu lenguaje, Lee —advirtió.

—Lo siento, Rosé —reverenció ligeramente.

Minho obtuvo un suspiro como respuesta. Vio a la chica sentarse finalmente en su lugar, sin quitarle la mirada de encima, provocándole escalofríos.

Detrás de ese caparazón duro, un Minho nervioso yacía sintiéndose desesperado por desviar todo ese asunto presente. Reconocía las graves consecuencias que siempre le esperaban por su actitud incontrolable y bohemia que adoptaba inconscientemente. Y eso le terminaba aterrando porque la culpa lo atacaba de nuevo cuando se daba cuenta de que aquellos actos suyos mandaban a la mierda todo sacrificio de sus padres por él.

—Tienes suerte de que Jisoo te siga defendiendo a capa y espada —señaló, dejando la carpeta de lado—. El consejo hizo una junta por petición del señor Park, echó veneno en tu contra y usó tu vídeo como prueba..., el consejo realmente se estaba planteando tomar su palabra, pero entonces Jisoo se entrometió reluciendo tus buenas calificaciones y tu desempeño en los exámenes... Esto de aquí —golpeteó la pasta de la carpeta con el índice—, es tu historial académico, voy a revisarlo con Jisoo y otros compañeros, lo llevaré al consejo para sustentar las palabras de tu prima y alagaremos que no les conviene tu expulsión del instituto, sin embargo, debes comenzar a controlarte para no arruinar todo nuestro trabajo.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora