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Los días pasaron y con ello, Minho y Mi-suk se volvieron más cercanos. No obstante, para todos seguía muy latente la pregunta sobre la verdadera relación entre Hyunjin y Mi-suk. Minho la había escuchado hablar con el dichoso Moka unas cuantas veces y aquello solamente terminaba confundiéndolo más.

Además, de todas maneras parecía que no iba a tener tiempo de pensarlo correctamente porque Chaeyong se había tomado muy en serio la promesa sobre tratar de conquistarlo otra vez. Minho de pronto se vio lleno de regalos, muestras de afecto empalagosos y también se volvió testigo de varias confrontaciones pasivo-agresivas entre ella y Mi-suk. Su ego masculino crecía, por supuesto que sí, sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas y ese día presente fue el que se lo remarcó muy bien.

El aula seguía atascado en una tensión espantosa. Había molestia y vergüenza diluidas en el ambiente, volviéndolo solamente más incómodo para todos. Y es que la escena era clara, Park Chaeyong estaba enfrentando a su padre públicamente sólo para defender a su gran amor.

Después aquel rumor, el señor Park desarrolló un gran rencor contra el azabache. Minho había lastimado a su pequeña y no era justo que él estuviera viviendo su vida tranquilamente. Así que el hombre pensó que sería buena idea hacerle la vida de cuadritos, no obstante, parecía que su propia hija estaba mermando sus planes de venganza.

—No entiendo Chaeyong.

La voz áspera del hombre mayor resonó en los oídos de Minho, trayéndolo de nuevo a la confusa realidad. Él y su hija llevaban casi cuarenta minutos discutiendo sobre la injusta expulsión del azabache de la clase, frente a la presencia de todos los compañeros y de Rosé. Y por si fuera poco, la intervención del protagonista en esa pelea había sido escasa.

Minho no lograba comprender las palabras emitidas por los dos enfrente suyo. Se sentía incómodo y estaba en un estado miserable mientras la discusión viajaba en su cabeza como simples sonidos armonizadores. Sólo podía ser consciente de las constantes miradas silenciosas que se arrojaban a él y luego regresaban al padre y a la hija. Estaba siendo parte de un show de entretenimiento y eso sólo estaba enervándole.

—Disculpen, pero este asunto se ha ido a otro lado, es mejor que lo arreglen en privado.

La dulce voz de Rosé, fue la única clara en ese momento. Agradeció con ganas su intervención sin embargo, no podía bajar la guardia y mostrarse tranquilo. El morbo generado por la incómoda escena del hombre mayor matándolo con la mirada, fue la gota que derramó el vaso de su paciencia. Se sintió aún más desconcertado cuando escuchó la risita baja a su costado. Minho miró a su compañera dándose cuenta de la mueca burlona dibujada en su rostro. Presionó los labios con enojo recorriendo por sus venas, y entendió que no iba a soportar estar otro rato ahí.

—Suficiente —gruñó.

Tomó sus cosas de manera agresiva y salió del salón sin importarle los llamados que había tenido por parte de los mayores. Las zancadas violentas fueron el único sonido en aquel pasillo sin almas. Abandonó el edificio sin mirar atrás y se dio el atrevimiento de bajar la velocidad de su caminata cuando el aire le golpeó en el rostro. Y fue lo fresco del clima lo que le dio un poco de paz.

Sus piernas fueron a dar hasta la parte trasera de los laboratorios. Un sitio poco concurrido por ser exclusivo para ciertas facultades, y el mejor sitio para ponerse a fumar. Se sentó bajo la sombra de un árbol con la mirada en la absoluta nada. Sus oídos se tensaron al escuchar las pisadas calmadas sobre las crujientes hojas secas y su mal humor creció un poquito más.

—No quiero ver a nadie, Mi-suk.

Su mirada seguía al frente y a pesar de que su voz había sonado amenazante, los pasos no cedieron. Suspiró molesto al ser ignorado y dio una gran calada al pitillo en sus dedos. La anterior mencionada se sentó a su costado y sin reparo alguno, se recostó sobre sus muslos.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora