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Fue grata la sorpresa de verla ingresar por la puerta con el mandil del restaurante puesto. Un nuevo color adornaba su cabellera y su elegante presencia afinó el lugar. Parecía que todo estaba bien sin embargo, ninguno de los dos dijo una sola palabra.

Mi-suk se dedicó a realizar sus labores con la misma normalidad de siempre. Escasas miradas y cortantes palabras se cruzaron en el ambiente de ambos chicos sólo por la pura necesidad que exigía su labor. La tensión y la falta de calidez por parte de esos chicos se hizo más que evidente en el entorno.

—Mi-suk —llamó la Señora Lee desde la cocina.

La chica de cabellos rubios se acercó hasta con la mujer. Una sonrisa genuina se dibujó en la boca de la chica contagiando a la mayor, haciendo sus dudas aún más grandes.

—¿Qué sucede?

La mujer retiró el cuchillo y las verduras de modo que su concentración estaba completamente fija en la chica. Le dio una mirada larga analizando la tranquilidad de su persona.

—¿Qué ha pasado entre ustedes dos?, hace unos días eran los enamorados más asquerosamente empalagosos y hoy ni siquiera se les puede comparar con un amargo café, ¿Min te hizo algo? —indagó, notoriamente inquieta.

Mi-suk analizó las palabras de la señora, estudiando los hechos, buscando al culpable de aquella pelea, no obstante, su cabeza estuvo vacía hasta que se dio cuenta que ninguno de los dos estaba en posición digna de ser víctima y victimario.

—Supongo que le estamos dando la razón al hombre que nos dijo inmaduros —murmuró, dibujando una sonrisa débil.

—Cariño, deben arreglar sus asuntos, no pueden simplemente dejarse de dirigir la palabra, ¿la pelea fue por algo importante?

Negó, bajando ligeramente la mirada.

—Entonces no vale la pena arruinarse de esa manera, no hicimos tanto teatro con ustedes para que de un momento a otro digan que mejor no —reclamó, atrayendo de nueva cuenta las verduras y tomando el cuchillo—. Hay poca gente ahora, Minho está en el callejón —concluyó, dando una sonrisa cerrada y volviendo a su actividad.

Mi-suk le dio una reverencia agradeciendo bajo un susurro. Se encaminó al mostrador, dejando su mandil para luego salir del local. La brisa calurosa de la tarde le golpeó en el rostro apenas atravesó la puerta. Dio un suspiro profundo y se fue hacia el callejón.

Lo vio sentado con la mirada perdida al frente de él. Sostenía un cigarro entre sus labios, luego expulsó el humo acompañado de un suspiro casi igual al de ella.

La rubia sacudió sus hombros en un intento de valentía y comenzó a caminar hasta llegar al viejo sillón. Se sentó al lado del otro, con su nula capacidad de verbalizar. Empezó a idear las palabras correctas para hablar primero sin embargo, no pudo hacerlo cuando vio frente a ella, la mano de Minho que le ofrecía una piedra.

—Mi abuelo solía pedirle perdón a la abuela con piedras —explicó sin mirarle.

Mi-suk parpadeó un par de veces, boqueando ante la inesperada acción. Tomó la piedra analizando la descuidada limpieza que previamente le había hecho. El oscuro y sucio color grisáceo le hizo sentir un revoloteo en el estómago. Sonrió ante el detalle y guardó el obsequio en su puño cerrado.

—Gracias por obsequiarme un arma que podré usar contigo después.

El contrario sonrió y finalmente, se dignaron a mirarse. La colisión de sus ojos funcionó como una clase de interruptor para hacer explotar sus sentimientos. Sus corazones pronto adoptaron una sincronía entre ellos, logrando formar una bonita melodía, casi similar a una canción de cuna tranquila y armónica.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora