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¡Advertencia! Este capítulo contiene escenas que pueden resultar sensibles para algunas personas. Recomiendo discreción, si no te gusta este tipo de contenido, puedes pasarlo de largo.

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Mi-suk estaba verdaderamente cansada. A la mitad de la noche, recibió un mensaje anónimo que le decía simplemente que se veía muy tranquila durmiendo. Fue esa simple acción de Soyeon la suficiente para que le diera un ataque de pánico y se colocara paranoica.

Pensó en llamar a alguien, pero no podía, no era correcto violentar la calma ajena de ese modo. Así que sólo se abrazó las piernas y esperó a la mañana con un abanico en mano para golpear a la persona si se adentraba a su cuarto.

Obviamente sólo se había tratado de una horrorosa broma.

Mi-suk arrastraba los pies por el desierto pasillo. Bostezaba de vez en cuando y estaba luchando contra sí misma para no terminar durmiendo en medio del pasillo. Era la cuarta vez en una hora que visitaba el baño con propósitos de mojarse la cara. Desgraciadamente, su objetivo se vio mermado cuando vio a su peor pesadilla esperándola por ahí.

Pese a sus intentos, Mi-suk no pudo escaparse de Soyeon y su amiga. Ambas la jalonearon y la llevaron directamente a uno de los salones vacíos de la sección.

—Te ves increíblemente hermosa —halagó con claro veneno en sus palabras—. ¿Me estuviste esperando toda la noche?

Mi-suk bajó la mirada, negando. Estaba enterrando sus nulas uñas en sus muslos, buscando mantenerse despierta y calmada, pero terminó recibiendo un golpe duro en la cabeza.

—¡Debes mirarme cuando te hablo, hija de puta! ¿¡Tu millonaria familia no te enseñó de modales!?

—Eres una estúpida cobarde —balbuceó.

La pelinegra jadeó una burla. Presionó su lengua contra el interior de su mejilla y tomó el cabello dorado de la otra, levantándole la mirada. Pudo ver los ojos de la pequeña Kang, estos lucían tan opacos y tristes. El brillo de la humedad alimentaba su superioridad. Sus pupilas vibrantes, ahogadas en agonía y súplica, alimentaron su ego, sintiéndose magnifico en su pecho.

—¿Me lo repites, linda?, no te he escuchado.

—¡Dije que eres una maldita cobarde! —gritó cansada.

Soyeon azotó el rostro ajeno contra el escritorio y volvió a alzarlo, dejando relucir el hilo de sangre que se asomaba por su nariz.

—Pídeme perdón, pedazo de mierda.

—No... Y no me importaría si en este momento me matas —masculló.

El agarre de hizo más fuerte en su cabello y nuevo azote se escuchó en la soledad del salón.

—¡¡¡Pídeme perdón!!!

La puerta fue abierta de manera abrupta, asustando a las tres presentes, pero emocionando a la rubia. Soyeon debilitó su agarre cuando divisó a cierto castaño cuyo miedo era enorme. Mi-suk se aprovechó de aquello y corrió, colocándose detrás de su salvador.

—Soyeonnie... —negó dando un par de pasitos —¿Que acaso no te advertí que no quería volver a verte golpeando a alguien? —torció los labios, decepcionado—. ¿Quieres un nuevo regaño para entender?

Los ojos de Mi-suk brillaron. Ver a su agresora temblando de miedo fue gratificante, pero en cierto punto sintió pena sólo por el mero hecho de saber cómo era esa sensación. Vio al castaño hacer el ademán de golpearla y está simplemente se echó al suelo, en cuclillas, mientras se cubría el rostro.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora