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A pesar de los problemas, el tiempo no se detuvo y siguió su transcurso. Días después de aquella llamada, Mi-suk se enteró por el mismo Moka, que "extrañamente" el mayor de los gemelos había terminado en el hospital tras haber sido golpeado por unos vagabundos en la calle, y como regalo extra a aquel pobre diablo, le robaron su fertilidad. Por supuesto, Mi-suk se sintió mal por ello, porque al final de cuentas, su corazón seguía siendo enorme y bondadoso.

"Esas mierdas no merecen ni siquiera existir, así que su castigo será vivir el resto de sus días con ese complejo por el cual ninguna mujer querrá ni tenerlo cerca". Le había dicho Moka en esa llamada.

Mi-suk entendió aquello y decidió aceptarlo, aunque muy en el fondo tenía un pequeño remordimiento viviendo en su estómago.

Eventualmente, los días se volvieron meses. La relación de Minho y Mi-suk se fortaleció y ambos supieron mantenerse en armonía, por supuesto no podían negar que así como habían cosas buenas, también estaban las malas.

Era un día lindo. El sol, el cielo, el clima en general eran dignos de disfrutarse con paz y alegría, mas ese supuesto no estaba en los planes de la pareja.

Minho volvió a despertar con el pie izquierdo. Esta vez no hubo un retraso en clases, ni una mochila rota. Ahora se trataba de un dedo herido que ensangrentó parte de su desayuno y unos cigarrillos que se terminaron arruinando cuando cayeron dentro de un charco cercano al edificio.

Él llegó amohinado sin embargo, su paciencia aún le daba para aguantar ver las caras de sus compañeros y no partirles la nariz. Lo que no previó es que minutos después llegaría una dramática y también malencarada chica de cabellos ya descoloridos. Esta cuidaba de una maqueta tipo prototipo como si se tratara de su propia vida, pues había sido producto de un trabajo de ellos dos.

Mi-suk depósito la maqueta en la superficie de su escritorio, soltando un suspiro. Minho observó atento el trabajo de ambos, sintiéndose orgulloso de aquello, pero luego se abstuvo del sentimiento cuando un diminuto detalle se hizo notorio. Resultaba ser que su prototipo de centro comercial carecía ahora de la importante rampilla para discapacitados. Aquel pormenor del que tanto se habían esforzado no existía y eso definitivamente le terminó la nula paciencia.

—Se cayó, te dije que era mejor optar por cartoncillo y no una hoja de papel —explicó la chica, dándole un vistazo al defecto.

—Genial, ¿cómo lo arreglamos entonces, genio? —consultó Minho con la voz irritante.

—Chan me conseguirá una pieza de cartón duro —respondió de la misma manera.

—Por eso yo debía quedármela, carajo.

El orgullo de Mi-suk fue golpeado. El salón entero se silenció y cayó en un entorno tenso cuando esta azotó la mano contra el escritorio, estruendosamente. La Kang lamió sus labios, formando una sonrisa molesta de por medio y aquella miel que ambos derrochaban días atrás, ahora era completamente inexistente. Inevitablemente, ambos se convirtieron en protagonistas de una escena interesante.

—Estás tratando de verme como una inservible, pero no fui yo quien hecho a perder tres acuarelas, una tras otra como si fuera un estúpido que no sabe agarrar las cosas —refunfuñó.

Minho tensó la mandíbula, la tonada burlona y molesta de la contraria sólo estaba logrando alimentar a su mal humor, y claramente, no iba a dar su brazo a torcer.

—No, pero si fuiste la idiota insoportable que no pudo sostener un estúpido cúter —masculló de vuelta, mirándole de reojo.

Los murmullos bajos se hicieron presentes, al igual que los insultos y luego los reproches del uno para la otra. Sus pocas pulgas comenzaban a relucir y la pelea entre ellos dejaba de ser un juego. No se supo en qué momento el público dejó de constar en cinco escasas personas para volverse en las casi cien. Y mucho menos se supo en qué momento aquellos reproches, se convirtieron en palabras hirientes.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora