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¡Advertencia! Este capítulo contiene escenas que pueden resultar sensibles para algunas personas. Recomiendo discreción, si no te gusta este tipo de contenido, puedes pasarlo de largo.

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Tiempo atrás...

Minho despertó entusiasmado.

Ese día tenía asuntos importantes que debía cumplir. La fotografía escolar para la identificación, el examen de preparación para lenguas extranjeras, y más tarde, finalizaría con el partido de fútbol en contra uno de los rivales más potenciales de la preparatoria.

Se preparó como nunca y bajó con una sonrisa brillante ante la mirada expectante de su madre, que preparaba el desayuno. El azabache se sentó en el banco del comedor mientras revisaba su teléfono.

—¿Alguien es la razón de que el conejito muestre los dientes así? —interrogó la mujer, dedicándole una sonrisa.

Dejó el plato frente a su hijo, éste bajó el teléfono para prestar su completa atención a la mujer frente a él y degustar el almuerzo.

—No es nadie mamá, es sólo que hoy hay pinta de ser un buen día —aseguró, tomando los palillos para comenzar a comer.

Uno, dos, tres bocados fueron suficientes para que el expectante buen día se fuera a la completa mierda. Pareciera que el destino estaba en su contra porque justamente había escogido ese momento para convertirse en un estúpido que no podía atinar meter la comida en su propia boca.

Un jadeo abrumador llamó la atención de la mujer. Esta se giró estrepitosamente hacia su hijo, quién veía atónito la mancha enorme en su camisa.

—¡Put...

—¡Vocabulario, jovencito! —interrumpió la mayor.

Suni se acercó a él comenzando a limpiarlo, mas no le fue del todo posible porque la mancha quedaba un poco visible, y entonces la cabeza de Minho comenzó a dar punzadas.

Intentó cambiar la camisa, pero en ese mismo bendito día, Minho decidió estropearlas todas de manera que la única presentable era la que traía puesta. Observó su teléfono notando que comenzaba a hacerse tarde y como último recurso, su madre le propuso llevar una chaqueta encima, lo cual no era tan mala idea considerando que estaban en temporadas frías.

Llegó a la preparatoria un poco más relajado ante la buena idea de su madre, cada vez más convencido que sin esa mujer, él ya habría muerto. Al ingresar, se pudo dar cuenta que ya todos estaban participando en el caos de la mañana.

Las chicas hacían filas enormes en los baños, esperando su turno para arreglar su maquillaje. Otras tantas instalaban su propio salón de belleza en las aulas de clase. Los chicos, por otra parte, se veían más tranquilos, bañados, con un poco de gel en el cabello y con sonrisas ansiosas por el partido de más tarde, a la vez que se sentían agradecidos de no tener el mismo nivel de vanidad que las mujeres.

El camino de Minho se vio desastrosamente interrumpido cuando un cuerpo contrario chocó contra él y sintió su sangre arder cuando la humedad le recorrió por el pecho. Parpadeó tantas veces como pudo, hasta caer en cuenta que su chaqueta y –de nueva cuenta– su camisa habían sido arruinadas por un café caliente. Levantó la mirada, sus ojos hechos fuego y sus puños perfectamente cerrados, dejando ver los nudillos blancos.

—¡Oh, mierda! lo siento, no te vi.

El contrario palideció apenas confirmó que había tenido un accidente con el mismísimo Lee Minho. Sacó un par de pañuelos a la velocidad de la luz, procurando limpiar la suciedad, pero iba viendo como poco a poco, su tumba se hacía profunda cuando al par de pasadas la mancha siguió ahí.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora