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Continuaba mordiéndose las uñas, sin dejar de mirar por la ventanilla. Su madre se encargó de informarle que había invitado a todos a comer en el restaurante para que pudieran recibirlo ahora que estaba más relajado y no tenía la sensación del incidente tan fresca en la cabeza. Mas sus nervios no eran meramente el volver a ver a sus conocidos, en realidad, lo que lo tenía nervioso ahora era el hecho de que irónicamente volvía para irse después. Le planteó la idea a su madre sobre no mencionarles absolutamente nada hasta que regresara de cumplir su castigo sin embargo, ella le reprendió diciéndole que aquello era muy cruel de su parte y le hizo saber que todos lo sabrían esperar bien.

El bullicio de sus amigos le hizo alborotar el estómago y no pudo evitar reírse cuando Han tropezó en el lumbral del local por estar peleando con Hyunjin. Pero definitivamente eso no se comparó al golpeteo enorme que dio su corazón cuando sus ojos captaron la sonrisa brillante de Mi-suk.

—¿Listo?

Se giró hacia su madre. Dio un par de respiros hondos y tomó entre sus manos la bandeja con los platos que habían preparado antes.

—Listo —aseguró.

Su madre dejó un asentido y salió de la cocina, llamando la atención de todos los asistentes. Estos guardaron silencio de una y miraron a la mujer frente a ellos.

—Gracias por venir, no tengo palabras para agradecerles todo el cariño recibido y las fuerzas que siempre nos mantuvieron de pie... Por ello, hemos preparado un nuevo platillo el cual vamos a agregar al menú y todos ustedes van a ser los primeros en probarlo —llevó la mirada a la mesa de sus hijos falsos—. Quédense quietos y no se les ocurra armar un alboroto porque les prometo que van ser mis esclavos por el resto del mes si veo una sola mancha de comida en mi piso —amenazó.

Todos asintieron, mostrándose ofendidos por ser vistos como altaneros sin embargo, mostraron una sonrisa al final.

—Mesero, sirva los platos, por favor —pidió en un tono alto.

Un par de segundos después, el menor de los Lee se hizo presente. El plan era simple, nadie iba a tener el valor de abalanzarse sobre Minho, mientras llevaba diez platos de comida caliente sobre sus manos. Suni lo planeó de esa manera para que su hijo no terminara siento aplastado y meneado como muñeco. No podía permitirlo.

—El bastardo está despierto, carajo —chilló Han, iniciando con el alboroto.

Después de un rato, el último platillo fue depositado en la última mesa, bajo lloriqueos y palabrerías llenas de alivio y alegría. Todos tuvieron que abstener de correr hacia el azabache cuando la señora Lee tomó a su hijo con recelo.

—Cómanlo ahora que está caliente.

—Suni, ¿No estás siendo muy sobreprotectora? —inquirió su hermana menor.

—Sí, lo soy, pero es necesario —respondió.

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Eventualmente, la gente entendió el temor de Suni y por ello uno por uno se turnaron para saludar apropiadamente al azabache. Este lucía un poco temeroso y cohibido. En un tiempo no tan lejano, él podría asegurar que la gente a su alrededor no era tanta como la que ahora estaban ahí presentes para saludarle y darle la bienvenida de vuelta. También debía admitir que resultó reconfortante ver enfrente suyo a puros rostros conocidos y no sujetos extraños que probablemente rondarían por ahí para obtener un poco de información.

La tarde se mostraba con colores cálidos en el cielo, el sol se iba moviendo con lentitud en busca de perderse para dar la bienvenida a la noche. Todos seguían sentimentales y unos cuantos tuvieron que marcharse en algún momento del día.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora