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Su vista no se apartaba, ni se cansaba. Había estado viendo el mismo punto estático moverse por casi media hora. Se sentía mareada con el ruido del lugar que retumbaba dentro de sus oídos. Era ensordecedor, motivante para comenzar a moverse al ritmo de esta, pero no podía, no quería hacerlo.

-¿Todo bien, belleza?

Quitó finalmente la mirada del punto muerto, posándola en su lugar sobre el bonito castaño que se detuvo a su lado. Sonrió por pura cordialidad, recibiendo un nuevo vaso de cerveza por parte del contrario.

-¿Estás segura de querer quedarte? -cuestionó, cuando la vio dar un trago largo.

-Está bien, me quedaré -tiró de sus comisuras-. Sería grosero de mi parte hacerte una escena.

-¿Qué dices? -preguntó burlón, pasando la mirada al frente, ambos recargados en el barandal del jardín.

La fiesta continuaba frente a sus ojos. Los jóvenes estaban embriagados de la diversión y el alcohol que abundaba por el lugar. A ese punto ya todos estaban en su hora feliz, o bueno, habían algunas excepciones.

Mi-suk se sentía extraña porque de alguna manera, le era cómoda la presencia de aquel chico. Recordó por un momento el consejo que Chae le había dejado antes, pero comenzaba a dudarlo ahora que lo tenía de compañero de penas.

Había podido sobrevivir al amargo sabor de una pelea de pareja gracias al chico que no dejó de entretenerla en todo el día, tanto que casi se olvida de la existencia de su novio. Así que no podía dar completo crédito a las malas referencias que había recibido por parte de la pelirrosa.

Después de haberse ido de clases, Minho y Mi-suk no habían hablado. Mi-suk se tomó la libertad de llamar a la señora Lee personalmente para decirle que no se presentaría a trabajar ese día y sin muchas trabas también le dijo a su madre que saldría con Ryujin por la noche. No mintió del todo, pero tampoco podía negar que se sentía un poco mal por ello. Su mente vagaba entre recuerdos, agradeciendo constantemente que la pelea no tuviera pinta de ser igual a las que Moka y ella llegaban a protagonizar.

-No deberías estar triste -continuó el chico, dando un pequeño sorbo a su propio vaso-. Minho es un idiota, todos lo saben.

-Sí, es un idiota, pero sigue siendo mi novio -defendió con un mohín.

Miró el poco contenido de su vaso y luego pasó la mirada al chico a su lado. Repasó por unos lentos segundos el perfil del contrario, haciendo énfasis en las perforaciones de su oreja; donde posaban unos hermosos aritos de oro y un par de cristales brillosos que adornaban magistralmente a ese lado del chico. Daba la sensación de ser alguien meramente quisquilloso con la joyería y eso claramente le encantó.

-Kwang -llamó-. ¿Piensas acostarte conmigo cuando me ponga más ebria, para arruinar más a Minho? -inquirió después de un rato, sin rodeos.

Una carcajada corta se alcanzó a escuchar por parte del chico, haciéndola fruncir el ceño con duda.

-No niego que eres mi tipo, belleza -aceptó, sonriente-. Pero mi interés contigo no es meramente sexual.

Sus ojos se abrieron, sorprendida. Tragó saliva tratando de desviar la mirada, mas no pudo. Con un valor vacilante en sus pensamientos y acciones, decidió mantenerle la mirada.

-¿Entonces? -indagó.

-Me agradas -confesó, dando una sonrisa apenas perceptible-. Eres más el tipo de persona con la que me encantaría secretear y lanzar veneno, algo así como... Una buena amiga.

Mi-suk sonrió, sintiéndose aliviada. Se levantó de puntitas y rodeó con su brazo libre la espalda del contrario.

-Sabía que no eras un pervertido -musitó contenta.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora