54.

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La puerta del aula se azotó y la castaña que yacía adentró respingo, pero tuvo que abstenerse de insultar al autor de aquel disparate, pues éste se acercó a ella con el rostro sombrío y perturbador. Le importó poco la diferencia de género y le tomó del cuello, haciéndola levantarse.

—Que bonito recibimiento, Kwang —se burló.

—Cállate, maldita hija de puta, ¿qué fue lo que le hiciste a Mi-suk?

—Tranquilo, cielo —respondió, tomando las muñecas del otro—. Yo no le hice nada, ni siquiera la he topado.

—Deja de mentir, mierda, sé perfectamente que tú la acosas y también sé que me expulsaron por tu culpa, así que mejor dime qué le hiciste antes de que te reviente tu bonita boca.

Soyeon sonrió burlona, presionó sus agarres y se zafó del otro quedándose en libertad.

—Ya te dije que no fue mi culpa, ahora tengo muchas mejores cosas que hacer que perder mi maldito tiempo con esa mocosa rica —argumentó, empujándolo —. Si me permites, debo terminar con esto.

—¿Encontraste nuevo juguete?

—Algo así —sonrió—. Aunque, Minho es bastante difícil, para ser honesta.

Kwang presionó los puños, exponiendo sus blancos nudillos. Salió del aula y sin mencionar palabra alguna, se dirigió al aula del siguiente piso. Sus zancadas eran potentes y largas, logrando hacer eco entre el silencio del pasillo, hasta llamar la atención de los que estaban en clases. Sin importarle un poco de lo que pasaba, azotó una nueva puerta y se adentró, yendo directamente hacia el azabache que mantenía la cabeza gacha.

—Señor, no puede irrumpir así en mi clase.

El castaño ignoró por completo la voz de la mujer y levantó al sujeto, tomándolo del cuello para seguidamente darle un puñetazo que terminó por tirarlo al suelo.

—¡¿Qué le hiciste a Mi-suk, pedazo de mierda?!

Minho le miró confundido, se pasó el dorso de la mano por el labio, descubriendo el pequeño rastro de sangre. Se levantó del suelo y regresó el puñetazo, girando el rostro del contrario. Hasta que inevitablemente, se formó la pelea.

Las voces sonaron lejanas y los gritos apenas fueron perceptibles. Los golpes eran duros y el sentimiento que desprendían era agobiante. Minho terminó perdiéndose en su mente y Kwang solamente estaba buscando desquitarse con el mero culpable de todo.

Lee logró quitárselo de encima, siendo él ahora el que mantenía el control, comenzó a dar puñetazos en el rostro de manera continua. Poco a poco su cabeza fue nublándose hasta hacerlo perder la noción de lo que realmente pasaba. Todos los recientes sucesos lo golpearon de una hasta cegarlo. Y finalmente pudo detenerse cuando tres personas lo alejaron. Se sacudió de manera abrupta, tratando de zafarse, pero no pudo hacerlo y eso solamente estaba aumentando más a su ira.

—Minho, reacciona... Minho... Escúchame... Minho...

Su mejilla ardió, luego del azote de una mano en su mejilla. Su rostro fue tomado por dos palmas que lo forzaron a mirar a la pelinegra que se encontraba enfrente suyo. Entonces pudo reaccionar.

Miró todas las expresiones aterradas de sus compañeros, incluída a la profesora. Sus ojos divagaron un poco más y llegaron al suelo. Observó en silencio al cuerpo inconsciente del que era uno de sus mejores amigos en un pasado no tan lejano. Su rostro lucía casi irreconocible que daba miedo. La sangre brotaba a chorros y el silencio en el ambiente era pesado.

—Llévenselo.

No se defendió, no lo intentó cuando pudo ver claramente la decepción de Jisoo en su rostro. Tampoco se inmutó cuando su presencia fue el foco de atención en el edificio. Los vigilantes lo custodiaron y finalmente llegaron hasta la patrulla, donde lo metieron y lo hicieron esperar.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora