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Una semana se pasó volando.

Minho siguió negándose a ser revisado por alguien que no fuera su querida novia y eso alarmó a todos, pues el dolor seguía sin irse, pero también se negaba por completo a ser revisado.

Milagrosamente, fue la misma Mi-suk quién encontró la solución: maquillaje para tatuajes.

Le explicó a Minho detenidamente la idea, planteándole todo con detenimiento, a pesar de su obstinación. Al final, el menor de los Lee no tuvo de otra más que aceptar intentarlo.

Mi-suk visitó a Minho y puso manos a la obra. Cubrió con detenimiento el cuerpo magullado de su novio, utilizando incluso un poco de látex para uniformar la piel. Ahora las pequeñas cicatrices y hematomas moradas estaban completamente escondidas. Por supuesto, su trabajo debía ser execelente y dejó a la vista sólo aquellas heridas que realmente habían sido provocadas por la caída.

Con aquel primer paso dado, finalmente Minho hizo de lado su berrinche y permitió la visita del médico. Afortunadamente, el trabajo de Mi-suk fue acertado y nadie se dio cuenta de la realidad de ese cuerpo. La duda del por qué había hecho tanto drama fue oculto bajo el cuento de la inseguridad de Minho por mostrar su cuerpo, pues ni siquiera su madre le había visto los brazos hace muchísimos años atrás.

Pero inevitablemente, aquella inseguridad quedó como una estupidez para ojos de su madre y prima, ya que este había comenzado a tomar buena forma por el resultado de las tardes exigentes de castigo en el gimnasio de la comisaría.

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Con los medicamentos y ungüentos correctos, Minho volvería a incorporarse a clases. Desgraciadamente, el mismo día de su regreso, se volvió el peor para volver a su vida estudiantil.

El clima era increíblemente caluroso. En otro escenario, Minho podía haberse saltado las clases y quedarse en casa todo el día, como ya era una costumbre para él y los profesores. No obstante, gracias a su accidente –y a Rosé–, solamente se le fueron otorgadas dos semanas de gracia para su recuperación. Cumplidos los quince días, ya no podía darse el lujo de ausentarse sin arriesgarse a reprobar por inasistencias, así que debía presentarse sí o sí.

Comenzó a morderse el dedo, torturándose mientras veía el reloj, dándose cuenta que el tiempo continuaba avanzando. Con el tic nervioso en su ojo, comenzó una búsqueda exhaustiva en su clóset, dándose cuenta que todas sus sudaderas eran demasiado abrigadoras para ese día en especial. Mas recordó instantáneamente que Mi-suk se había robado su sudadera más ligera, así que llevó sus ojos al teléfono y lo tomó, marcando el número ya bien conocido.

—Hola, Min, ¿ocurre algo? es muy temprano.

Las palabras atropelladas y la voz un poco ronca de la otra le erizaron la piel, sintiendo como todo el nerviosismo y la ansiedad se desvanecían momentáneamente de su sistema.

—Mi-suk, necesito que me regreses la sudadera negra que me robaste.

—Minho, son las cinco de la mañana, ¿realmente me estás hablando para pedirme tu sudadera?, además el calor es insoportable, ¿por qué querrí... Oh.

Minho se quedó en silencio, escuchando los sonidos de fondo que se emitían apresurados al otro lado de la línea. Se mordió la lengua, evitando en todo momento reprenderla por arrastrar los pies en la alfombra, hasta que finalmente el inevitable golpe sonó, claro sin faltar su risita.

—¿Estás bien?

—Sí —continuó riendo—. Tengo que cambiar la alfombra.

El castaño no pudo evitar reír con ella, logrando aligerar el ataque que estaba atormentando al mayor.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora